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Entrevista a Tao Prajñananda sobre la LSD.

   Tenía muchas ganas de compartir esta entrevista, o parte de ella, pues he tenido que escoger las preguntas más significativas debido a su extensión. Está realizada a Tao Prajñananda. Psicólogo, psicoterapeuta transpersonal y maestro de Yoga integral. Tras 25 años de práctica en estos campos, realizando largas estancias en países como la India o Suecia, reside en Valencia, donde también ejerce como profesor de psicología transpersonal en los seminarios de formación post grado para psiquiatras y psicólogos de la administración pública (MIR y PIR). 

Genís: Muchas veces se ha dicho que la psicología o psiquiatría no cree en los efectos de la LSD porque valoran los medicamentos que funcionan con acciones precisas y relativamente constantes, en cambio la LSD actúa en el nivel subjetivo del individuo, en algo que no se puede medir o controlar tanto como la acción de una benzodiacepina en el cerebro. Entonces, ¿qué opina usted sobre la psicoterapia con LSD? 
Tao: En mi opinión es una forma demasiado radical de curación, se hace muy difícil de controlar todo el proceso. La LSD tiene la capacidad de curar pero también de "psicotizar" ¿me entiendes? Es decir, no psicotiza a aquel que no es psicótico, pero si tú la tienes latente, la LSD te la dispara. La LSD tiene la capacidad de romper los límites defensivos del ego, y con esto tan pronto obtienes unos beneficios y potencialidades como un mundo terrorífico, porque todo es lo mismo el fin y al cabo, lo que cambia es tu actitud defensiva ante esta inundación. Digamos que se sepulta tu identidad separativa, y como consecuencia te horrorizas ante esta pérdida y este miedo, o por el contrario lo aceptas y obtienes todo lo positivo. Una persona que posea una parte psicótica importante puede obtener una descompensación importante a causa de este proceso y es muy difícil salir bien. Otras drogas como la metanfetamina son más maleables y el efecto es más predictivo y fácil de llevar a cabo. Has nombrado los psiquiatras, bueno, ellos son funcionarios que cuando están trabajando tienen muchas cosas en la cabeza. No son iluminados que han conseguido ese estado de empatía con todos los seres del universo, como se piensa a veces... en tal caso estaríamos hablando de un yogui experimentado, el cual para curar no necesitaría la LSD, claro. Un funcionario no está preparado para controlar el estado al que te transporta la LSD, y hoy en día, cualquier cosa que salga mal, se puede denunciar y a ese señor le quitarían el título. 

Genís: Una sesión de LSD desencadena fenómenos a niveles como el perinatal o transpersonal, como la experiencia de muerte-renacimiento, recuerdos de vidas anteriores, conciencia cósmica, etc. ¿Recomendaría tomar al menos una dosis de LSD para vivir estas experiencias, sin buscar una curación específica? 
Tao: Depende a quien, sí. Lo peor del caso es que ni yo ni nadie tiene la capacidad de ver si una persona lleva una psicosis latente encima. Una persona aferrada totalmente a una visión mecánica e inexpresiva del mundo puede obtener una repentina toma de conciencia de sí mismo impresionante. De todos modos me gustaría añadir que el tratamiento con LSD es una cosa que se debería decidir por voluntad propia. Creo que ni siquiera los psicólogos transpersonales tienen la suficiente capacidad o autoridad para decirle a alguien que tome LSD. Desencadena experiencias demasiado fuertes, que te cambian la vida.    

Genís: Por tanto, si se ha de aplicar la LSD, ¿tendría que hacerse en consultas de psicología transpersonal por ejemplo, aisladas de la psiquiatría? 
Tao: Sí, sin la menor duda. Darle LSD a un psiquiatra es como darle una escopeta a un mono, podría pasar cualquier cosa.


Genís: Durante el tratamiento con enfermos terminales, la administración de LSD curaba el mismo cáncer muchas veces. ¿Cree que este tratamiento es viable para los tumores?
Tao: Sí, yo creo que este es uno de los casos más indicados para la psicoterapia con LSD, porque los riesgos de los que hablamos pierden relevancia, porque en el peor de los casos sucederá la evolución imparable del cáncer... Entonces sí, la LSD puede modificar absolutamente toda la estructura energética, y esto puede alterar también el fenómeno del cáncer, evidentemente.

Genís: Bueno, recientemente me enteré de que el cáncer también podría tener un origen psicosomático, ¿esto corroboraría este tipo de tratamiento?
Tao: (Ríe) Es que yo no sé como hay gente que necesite demostración para esto. Todo es psicosomático, no existe un soma sin un psico ni un psico sin un soma. Los que estamos en el plano material somos las dos cosas, y la conciencia depende de tu cuerpo, y al revés. 

Genís: Se han reportado muchos casos en los que se han desarrollado habilidades paranormales durante las sesiones de LSD, desde percepciones extrasensoriales, telequinesia, telepatía o sincronicidades. ¿A qué se puede atribuir este hecho? 
Tao: La potencialidad de la mente humana incluye todas estas habilidades. De hecho, cuando una persona empieza la práctica del yoga o del budismo, también experimenta estas habilidades sin buscarlas. Lo que hace la LSD es aumentar esta potencialidad durante un breve periodo de tiempo, sin necesidad de ningún esfuerzo o aprendizaje por parte del sujeto. Pero esto también asusta mucha gente, porque empiezan a ver que las cosas no son sólidas, son luz. Y ven la luz que emana la gente, ves quien está enfermo o puedes avisarles de que pronto lo estarán. Es importante remarcar que esto no te lo da la LSD, es una cosa que posee todo el mundo. Y bien, hay gente que aún y desarrollar estas habilidades no está preparada para integrarlas y le puede causar todavía más problemas. 


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Sigue la incógnita sobre el surgimiento de la conciencia.

   Para discurrir sobre el surgimiento de la conciencia y concluir si lo clasificamos como un proceso de aparición de una propiedad emergente o si consideramos que podemos explicarlo estudiando las potencialidades de las neuronas aisladamente, es necesario conocer lo mejor posible qué entendemos por Emergentismo y por Reduccionismo. 
   El concepto de Propiedades Emergentes ha alcanzado singular relevancia dado el auge adquirido por las llamadas ciencias de la Complejidad, que lo tienen como fundamental. Un sistema complejo en el sentido de nuestro tema, se caracteriza principalmente por la manifestación de propiedades emergentes. Por propiedades emergentes se entienden aquellas que presentan los sistemas y que no muestran los elementos componentes de ese sistema por separado. Dicho de otra manera, las propiedades del sistema no pueden reducirse a los de los elementos componentes. Hemos hecho remarcar el término reducirse, pues así como hay una corriente interpretativa que sostiene que las propiedades de un sistema emergen al constituirse el colectivo y que no es posible explicarlas por las de los elementos aislados (esto es la corriente del Emergentismo), existe otra que por el contrario, afirma que las propiedades del sistema pueden reducirse a la de los elementos componentes tomados por separado, interpretación que se conoce como Reduccionismo. Aunque es cierto que en la actualidad prevalece el Emergentismo y que prácticamente resulta peyorativo el calificativo de reduccionista aplicado a un argumento, se presentan casos en los que esta posición toma valor. 

  
   Con un ejemplo tomado de la físico-química, la oxidación del hierro, podemos analizar la diferencia entre los métodos emergentistas y reduccionistas. La formación del óxido ferroso FeO, podrían interpretarlo los defensores del emergentismo, aduciendo que sus propiedades surgen al combinarse el catión ferroso Fe+2 y el anión 0-2, sin que esas propiedades puedan explicarse por la de los iones componentes aisladamente. En este caso no resulta válida esta explicación, y sí lo sería la reduccionista, al argumentar que aisladamente el catión ferroso, por tener dos electrones para ceder, se combinará con un anión como el oxígeno que necesita dos electrones para completar su última capa. De modo que en este caso el emergentista aplicó su teoría soslayando el proceso electromagnético involucrado en una combinación química. Ante lo que acabamos de exponer pensamos que la ciencia ha de tomar una actitud pragmática ante la disyuntiva de cual de las dos metodologías se debe aplicar, adoptando casuísticamente aquella que más se adecue. 
   No solo para la interpretación de fenómenos y objetos naturales esgrimen emergentistas y reduccionistas argumentos opuestos, también explican de acuerdo a sus criterios, el orden de fundamentación de una ciencia natural en otra. Esto, como vemos, da lugar a secuencias en sentidos contrarios. De acuerdo con el emergentismo, la biología surge como emergencia de la química, y ésta de la física, argumentando que las propiedades del átomo en física emergen al constituirse un sistema de partículas subatómicas, propiedades que no pueden reducirse a las propiedades de dichas partículas. 
   Lo mismo puede decirse de las propiedades químicas de la molécula que emergen de la combinación de átomos sin que puedan explicarse por las propiedades individuales de éstos, y por último las propiedades biológicas de la célula emergen de la interacción entre las moléculas componentes que por separado en nada evidencian lo vivo. El Reduccionismo, consecuente con su teoría, trata de explicar las propiedades físicas del átomo por las de los electrones, protones, etc., las químicas de la molécula, por las de los átomos y las biológicas de la célula por las de las moléculas.

   La interpretación emergentista se va presentando como la más adecuada, sin embargo, la prevalencia del emergentismo experimenta una disminución en la década de los años 30 del siglo XX, tomando fuerza momentáneamente la corriente reduccionista, debido en gran parte a la posibilidad de explicar propiedades del átomo mediante el estudio del comportamiento de sus micropartículas componentes, facilitado por el advenimiento de la mecánica cuántica, y por otra parte al desarrollo de la biología molecular permitiendo la explicación de esenciales procesos biológicos por la química y la física de las moléculas. 
   En los años finales del pasado siglo XX, toman fuerza de nuevo las corrientes filosóficas y metodológicas en las que el concepto de propiedades emergentes aparece como fundamental. Así cobran importancia las teorías que conforman la Ciencia de la Complejidad como son la del Caos y la de la termodinámica del No Equilibrio. El emergentismo permanece presente en disciplinas que privilegian el concepto de estructura siguiendo a los ya citados Piaget y Lévi-Strauss, y lo vemos aplicarse en sociología y en lingüística, en esta última apoyando la aserción de Ferdinand de Sassure que presenta el habla como propiedad emergente evidenciada al constituirse los elementos de la lengua en sistema.


   Para concluir, insistimos en nuestro ya esbozado criterio de que quienes se ocupan en temas de la ciencia, ya sea ésta natural o humanística, no deben absolutizar la adopción de una corriente filosófica o metodológica para desarrollar su labor, sino adoptar la que su raciocinio le indique como más adecuada. Así se servirán pragmática y casuísticamente del emergentismo, del reduccionismo o de cualquiera otra corriente o metodología, sin preocuparse por la "etiqueta" que quieran asignarles. 
   Si se estudia la ciencia vemos que el etiquetismo, en cierta manera, ha significado un elemento lastrante en el desarrollo de la razón científica. Esto que decimos adquiere especial significado cuando referimos el análisis Emergentismo (la conciencia surge en proceso evolutivo) / Reduccionismo (proceso creativo) a la adopción de criterios creacionistas o evolucionistas, pues por lo expuesto, el razonamiento científico despojado de etiquetismo muestra que ninguna de las dos posiciones excluye ni niega la trascendencia a la otra. 


Fuente: Tendencias21 

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Todos estamos bajo los efectos de la marihuana.

   De acuerdo con recientes estudios, es exacto decir, aunque pueda resultar chocante, que la marihuana está en todos nosotros: En los presidentes de la república, en los congresistas y hasta en la más beata monja de clausura. La mayor parte del día y de la noche los seres humanos estamos bajo los efectos del principio activo de la marihuana.  
   El tetrahidrocannabinol es el principal componente farmacológicamente activo de la Cannabis Sativa, planta sagrada para muchas culturas e incluso citada en la Biblia. 
   Para comprenderlo, es necesario explicar uno de los principios básicos de la endocrinología y la neurofisiología. La forma como los sistemas endocrino y nervioso realizan la bio-regulación de la mayoría de los procesos de nuestro organismo es empleando unos mensajeros bioquímicos que se llaman hormonas, para el sistema endocrino, y neurotransmisores, para le sistema nervioso. Estos mensajeros actúan porque se unen a estructuras especializadas llamadas receptores, como llaves y cerraduras: las llaves son las hormonas o neurotransmisores y las cerraduras son los receptores. Cuando las llaves se unen a las cerraduras, se producen los efectos fisiológicos. 
   Si los cannabinoides actúan o ejercen sus efectos es porque se unen a receptores específicos para estas sustancias. Se han descubierto dos tipos de receptores para cannabinoides en el ser humano. Se han denominado CB1 y CB2. Los CB1 están localizados en las neuronas del sistema nervioso (cerebro y médula espinal) y son de lo más abundantes. Estos también se localizan en el sistema digestivo, tejido adiposo y en las células del hígado. Los receptores CB2 solo se encuentran en las células del sistema inmunológico. 
   Era lógico pensar que, si existen receptores para cannabinoides que vienen del exterior del organismo, como los de la marihuana, tenían que existir cannabinoides que produce el organismo y que se unen a estos receptores. Efectivamente existen, y los científicos ya los descubrieron. Son dos cannabinoides y cumplen con funciones muy importantes en nuestor organismo. Los dos cannabinoides identificados son la anandamida y el 2-araquidoglicerol. Los científicos que descubrieron la anandamida la llamaron así por una raíz sánscrita (ananda) que significa felicidad, por tanto sería algo así como la hormona de la felicidad. 


   Todo esto es tan importante, que los fisiólogos lo consideran un sistema que denominan endocannabinoide, que regula gran número de respuestas fisiológicas. Su activación reduce el dolor y la ansiedad, modula la temperatura del cuerpo y la producción de otras hormonas, y tiene que ver con la memoria, la presión arterial y el tono muscular de las vísceras. 
   La activación del sistema endocannabinoide conduce al descanso, porque reduce el comportamiento motor e induce sedación. Juega un papel notable en el control de la ingestión de alimentos. También tiene un efecto inductor del olvido de experiencias negativas y es un sistema muy importante como mecanismo de protección del organismo a nivel celular y emocional. 
   Desde hace más de dos décadas han aparecido muchos estudios en revistas médicas de EEUU y Europa, acerca de la utilización terapéutica de la marihuana en diversos tipos de enfermedades. Incluso el Instituto para la Salud Mental de los EEUU, hizo un estudio que reveló que el THC ayuda a salvar neuronas sobrecargadas por infartos o derrames cerebrales. Por esto, toda la evidencia y los conocimientos actuales le dan soporte científico a la utilización de marihuana y su principio activo como medicamento, soporte que para muchas culturas milenarias estaba claro desde hace tiempo.


   Es importante mencionar también que la marihuana es uno de los principales productos agrícolas de los EEUU, y que varios estados han aprobado su utilización terapéutica. Sin embargo, las dos drogas que más problemas de salud pública causan en el mundo son el alcohol y la nicotina, y están a disposición de los adictos en cantidades ilimitadas. Con estas dos drogas, muchos países subvencionan la salud y el deporte, situación absurda y contradictoria. La publicidad para promover bebidas alcohólicas y cigarrillos es libre y va dirigida sobretodo a los jóvenes. 
   El objetivo de este artículo no es inducir al consumo de ninguna droga, tan solo comunicar, con el rigor de la ciencia, conocimientos actuales sobre un tema que la mayoría de las veces no es visto de manera integral. Todos somos productores y consumidores fisiológicos. Solo el conocimiento nos libera. 

                                                                                         Médico endocrinólogo del Hospital Gregorio Marañón, Madrid. 
                                            


Democracia real, YA. Por ellos.


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El presente es inalcanzable para el cerebro

   Nuestro cerebro necesita medio segundo de tiempo para que un estímulo pase del inconsciente al consciente, según ha descubierto el neurólogo de la Universidad de California B. Libet. Según sus investigaciones, adquirimos conciencia de la realidad con cierto retraso respecto a la velocidad de los acontecimientos. 
   Para Libet, es por ello por lo que no tenemos ninguna posibilidad de alcanzar la velocidad de los acontecimientos, ni por tanto de atrapar el tiempo que transcurre. En uno de sus experimentos, Libet puso electrodos sobre el córtex somatosensitivo de pacientes despiertos. El córtex somatosensitivo es la región del cerebro sobre la que circulan las informaciones sensoriales registradas a lo largo del cuerpo. Con la ayuda de una débil corriente eléctrica, Libet provocó sensaciones en la superficie de la piel de los pacientes cuya duración temporal variaba deliberadamente. Comprobó que si disminuía la duración de los impulsos eléctricos, los pacientes percibían cada vez menos esta agresión, y que por debajo de las 500 milésimas de segundo, no se enteraban de nada de lo que ocurría en su piel. 
   Su conclusión es que para que un acontecimiento pase el umbral de la conciencia y sea registrado por un sujeto, el tiempo desempeña un papel fundamental, ya que si el acontecimiento ocurrido sobre la piel no dura más de medio segundo, el consciente humano sencillamente lo ignora. 
   No es la primera vez que Benjamin Libet sorprende con sus descubrimientos sobre la conciencia. Anteriormente había demostrado también que nuestro cerebro toma las decisiones casi un segundo antes de que las asumamos conscientemente. 


   Para Penrose, físico matemático, la conclusión de este y varios estudios similares, es que la conciencia no puede reaccionar a una agresión externa si la respuesta a la misma tiene que tener lugar en menos de dos segundos. Hay una posible explicación de esta manera de proceder de la conciencia, ya que cuando el cerebro recibe un estímulo lo registra en dos lugares: la amígdala y el neocórtex. La amígdala es el área con forma de almendra, encargada de recibir las señales de peligro potencial y la que desencadena una reacción capaz de salvar a vida. La amígdala es por tanto la primera región del cerebro en recibir un mensaje. El neocórtex está más lejos que la amígdala y recibe los mensajes sensoriales más tarde, pero a diferencia de esta, tiene mayores poderes de evaluación, y se detiene a considerar más cosas.

   Dado que el 95% de los estímulos que recibimos llegan directamente al neocórtex y solo un 5% van directos a la amígdala, el retraso que experimenta la conciencia en registrar las sensaciones corporales y en reaccionar puede estar relacionado con la fase de evaluación que necesita la amígdala. 
   En cualquier caso, los trabajos de Libet consolidan las investigaciones sobre los mecanismos de conciencia y el papel que desempeña el factor tiempo en los procesos cerebrales.
   Otras investigaciones han establecido a su vez una constatación universal: el presente dura tres segundos para todas las personas. Es el lapso de tiempo que necesitamos para distinguir sucesivos impactos sonoros o lumínicos, para guiñar un ojo o para cualquier movimiento corporal. Todo lo demás que añadimos son solo sensaciones que no tienen nada que ver con nuestra conciencia presente. 



Dedicado a "Democracia real, YA". El presente puede ser inalcanzable, pero juntos construiremos un futuro memorable.   

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Neurobiología de las sustancias psicodélicas.

   Tras una pausa de 40 años en las investigaciones sobre los efectos de los psicodélicos, hace unos años volvieron a permitirse, y con la aparición de nuevos métodos y el avance de la neurobiología, se esperan obtener grandes avances en el tratamiento de las enfermedades mentales. 
   Veamos algunos extractos de un estudio publicado en la revista Nature, el cual nos avanza parte de todos estos nuevos descubrimientos. 


   Este gráfico representa los efectos de la psilocibina (alcaloide psicoactivo de los hongos psilocybe). Vemos que en dosis de 315 microgramos/Kg. de psilocibina, los sujetos experimentan sobretodo alucinaciones visuales, sinestesia entre los sentidos de la vista y el oído, imágenes vívidas, experiencias de unidad y estados de alegría y bienestar. También en menor medida aparecen la incorporeidad y el descontrol. 


   Este gráfico muestra los efectos de la ketamina (componente de efecto disociativo usado en veterinaria mayoritariamente). Como se aprecia, en dosis de 12 microgramos/Kg. de ketamina, el efecto más representativo es el de incorporeidad, seguido por la experiencia de unidad y el descontrol. En ambos casos los niveles de ansiedad son nulos, por tanto los efectos de algún modo "positivos" o placenteros predominan en estas experiencias ya sea con dosis bajas o moderadas. 






   La imagen cerebral por tomografía de positrones revela que dosis moderadas de s-Ketamina y psilocibina incrementan la actividad neuronal. Se aprecia específicamente el aumento de los niveles metabólicos de glucosa CMR-glu en la corteza prefrontal, las regiones límbicas asociadas y en las estructuras subcorticales, incluyendo el tálamo. Este patrón de activación de las zonas prefrontal y límbica indica que las dos sustancias tienen efectos convergentes en el sistema de neurotransmisores. 






   Los estudios de imágenes cerebrales han demostrado que los diferentes niveles o dimensiones a los que se accede mediante estados no ordinarios de conciencia se manifiestan y se correlacionan con alteraciones funcionales en las estructuras corticales y subcorticales y en las regiones límbicas, incluyendo los ganglios basales y el tálamo. Por ejemplo, en la imagen, las zonas de color rojo son las que se activan cuando se experiencia la "conciencia cósmica" o "experiencia de unidad", mientras que la zona azul permanece desactivada. 


   Los estudios seguirán, emprendidos por muchas entidades, para acabar la historia que empezó ya hace mucho. Estos hallazgos aumentan las posibilidades de que se puedan identificar en estos psicodélicos nuevos mecanismos o enfoques terapéuticos que estén basados en la neuroplasticidad. 




Traducción propia.
Fuente: Nature.

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Los recuerdos pueden ser alterados con medicamentos.

  Ser atacado, violado, vivir un atentado terrorista o tener un grave accidente puede dejar recuerdos indelebles en nuestra memoria. Estos recuerdos suelen producir lo que se denomina trastorno por estrés postraumático o TEP, cuyas consecuencias se prolongan en el tiempo, provocando en los que lo padecen ansiedad, ataques de pánico o trastornos del sueño. 
  Un medicamento utilizado tradicionalmente para la hipertensión está siendo probado por especialistas estadounidenses, porque es capaz de disminuir el nivel de hormonas de estrés generado tras una situación traumática. Al disminuir dicho nivel es posible, según los investigadores, que estos recuerdos tan radicales queden archivados en el cerebro con menos fuerza, lo que permitiría a los pacientes convivir con ellos. 
   El origen del TEP ha sido estudiado sobretodo en lo que se refiere a los accidentes de tráfico y a las agresiones sexuales, por ser ambas situaciones las que más suelen afectar a los habitantes de los países más desarrollados. El TEP afecta a alrededor de un 22% de las víctimas de accidentes de tráfico y casi a un 95% de las víctimas de violaciones o abusos sexuales. 


  ¿Qué hacer con estos recuerdos tan traumáticos? La investigación en el área del TEP siempre ha sido difícil y compleja. Los recuerdos traumáticos suelen ser considerados como pensamientos intrusivos, y se han realizado a lo largo del tiempo diversas terapias, como la cognoscitiva, el manejo de la ansiedad, la psicoeduación o la terapia del juego, en el caso de los niños. Ahora, con estos nuevos estudios se está edificando un tipo de tratamiento desde el punto de vista químico, administrando Propranolol a las víctimas de estos terribles sucesos. 
  Según informa Pitman, de la universidad de Harvard, administrar Propranolol o ciertos medicamentos en el momento en que las víctimas son hospitalizadas, evita el desarrollo del TEP, pudiendo incluso desaparecer totalmente el trauma psicológico. 
   Cuando nos sucede un hecho así de grave, en el cual nuestra vida corre peligro, producimos un exceso de hormonas del estrés, que graban a fuego el recuerdo de ese momento en nuestro cerebro. Esta propuesta farmacológica consiste en bloquear estas hormonas, con el fin de que las personas afectadas no memoricen de una forma tan radical lo sucedido. Cuando formamos un nuevo recuerdo, éste no queda inmediatamente grabado en nuestra memoria, si no que existe un tiempo de modificaciones posibles, hasta que las redes neuronales establecen una impresión determinada como memoria. Por lo tanto, la modificación debería producirse en ese intervalo temporal, ya que según la visión tradicional de los neurocientíficos, una vez el recuerdo ha sido fijado, difícilmente podrá modificarse. 
   La forma en que se fijan los recuerdos dependería esencialmente de nuestras respuestas emocionales ante cualquier incidente. Por eso, recordamos mejor aquellas cosas que nos han afectado profundamente en el nivel emocional, como nuestro primer amor o un divorcio. Esto es debido a que la producción de adrenalina en determinadas situaciones es directamente proporcional a la profundidad con que este hecho se graba en la memoria. 


   El Dr. Pitman ha llevado a cabo un estudio con personas que acababan de sufrir una situación traumática. A estos individuos se les suministró Propranolol o un placebo a 19 personas víctimas de accidentes de tráfico o violaciones. Tres meses después, los pacientes escucharon unas cintas en las que se describían los hechos traumáticos que les habían sucedido. Las personas que habían tomado Propranolol mostraron menos síntomas de estrés que las que habían consumido el placebo. 
   Se están llevando a cabo más estudios para generalizar el uso de estos medicamentos en los hospitales, prometiendo la mejora de muchas personas que son perseguidas por hechos del pasado.

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El sueño lúcido.

   Desde la más remota antigüedad, los sueños han sido considerados una fuente de inspiración que nos transmite mensajes misteriosos. Los chamanes, por ejemplo, veían confirmada su vocación sagrada en el transcurso de un sueño, mientras que para los profetas de Israel los sueños eran portadores de mensajes divinos. Más recientemente la psicología, y en particular la teoría de Freud, afirma que los sueños son el camino al inconsciente.
   Es posible que la mayoría de nosotros hayamos tenido, en alguna ocasión, la experiencia de darnos cuenta repentinamente de que no es más que un sueño, mientras estábamos inmersos en una dramática aventura o bajo una pesadilla. En ese momento nos tornamos lúcidos; estamos soñando, nos damos cuenta, y ese descubrimiento puede proporcionarnos una sensación de alivio, asombro y libertad. Entonces somos libres para enfrentarnos a nuestros monstruos, para satisfacer nuestros deseos o para tratar de descubrir nuestras aspiraciones más elevadas sabiendo que no somos las víctimas, si no los creadores de nuestra propia experiencia. Como dijo el filósofo Nietzsche: Quizá exista alguien que, al igual que yo, recuerde haber proclamado victoriosamente en medio de los terrores y los peligros de un sueño: "Esto es solamente un sueño y quiero seguir soñando".

   Este tipo de sueños, no obstante, son excepcionales y solemos carecer de la capacidad para inducirlos. Cabría preguntarnos, pues, si existe algún método que nos permita desarrollar la capacidad para despertar a voluntad en medio de un sueño, una pregunta que ha sido contestada afirmativamente por muchas tradiciones contemplativas y por investigadores del sueño. Ya en el siglo IV, Patanjali recomendaba ser testigos de los procesos del sueño y del sueño profundo. Cuatro siglos después, el budismo tibetano desarrolló un sofisticado sistema de yoga onírico. En el siglo XII, el místico sufí Ibn El-Arabi afirmaba que una persona debe controlar sus pensamientos durante el sueño. Recientemente varios investigadores y maestros espirituales han confirmado también la posibilidad de desarrollar el sueño lúcido. 

   Durante décadas, los especialistas occidentales habían desdeñado estos informes como simples quimeras, pero a lo largo de los años setenta, tuvo lugar uno de los hitos más relevantes en la investigación del sueño. Nos referimos al trabajo de Alan Worsey en el Reino Unido y de Stephen Laberge en California. Estos aportaron evidencia experimental sobre la existencia del sueño lúcido y aprendieron a provocar deliberadamente este fenómeno. Estos investigadores permanecían monitorizados electrofisiológicamente en el laboratorio, y no solo podían comunicar -mediante ciertos movimientos oculares- a los observadores externos que estaban soñando, si no también que ellos lo sabían. Mientras tanto, su EEG mostraba el típico patrón de ondas MOR característico del sueño, ratificando, de ese modo, la veracidad de sus afirmaciones. A partir de ese momento, la investigación y la comprensión del estado onírico sufrió un cambio radical. 


   Una de las principales consecuencias filosóficas de este descubrimiento tiene que ver con la naturaleza del estado de vigilia. Después de todo, si noche tras noche creemos en la objetividad del mundo y del cuerpo onírico, es decir, de considerar que se trata de acontecimientos reales que existen más allá de nuestra mente, ¿no podría ocurrir lo mismo con el mundo y con el cuerpo vigílicos? ¿Cómo podemos estar seguros, pues, de que el estado de vigilia no es también una especie de sueño? Como advierte el budismo tibetano, el estado de vigilia no presenta ninguna característica que nos permita diferenciarlo claramente del sueño. 
  Hay muchos filósofos y tradiciones místicas que coinciden con esta apreciación. Según Schopenhauer, por ejemplo, el universo es un gran sueño soñado por un ser, en el que todos los personajes también están soñando. 
   Quienes han aprendido a desarrollar la lucidez en sus sueños comprenden en profundidad cuán convincente y objetivo puede resultar el mundo onírico, y cuán dramático puede resultar el despertar personal. El soñador lúcido experimenta con inquietante claridad que lo que parecía un mundo incuestionablemente externo, objetivo, material e independiente, es en realidad una creación interna, subjetiva, inmaterial y dependiente de su propia mente. Hay quienes ponen entonces en tela de juicio sus antiguos puntos de vista, empiezan a preguntarse si el estado de vigilia no debería también ser considerado como una especie de sueño y comienzan a vislumbrar el sentido de la afirmación de Nietzsche, de que inventamos la mayor parte de lo que experimentamos y somos mucho más artistas de lo que creemos. 
   Este hecho tiene importantes implicaciones teóricas y prácticas que afectan muy directamente a nuestro estado de vigilia. Cuando estamos soñando creemos que nuestro estado de conciencia es claro y que estamos viendo las cosas como realmente son; sin embargo, cuando despertamos subrogamos la conciencia onírica y reconocemos sus distorsiones. ¿No podría, a caso, ocurrir lo mismo con nuestro estado de conciencia ordinario? Y si eso es así, ¿Existe algún modo de despertar y ser más conscientes de nuestra vida cotidiana?

   A lo largo de los siglos, las grandes tradiciones religiosas han afirmado que nuestro estado habitual de conciencia se halla distorsionado, y también han insistido en la posibilidad de despertar. En realidad, las tradiciones contemplativas nos instan a reconocer las limitaciones del estado de conciencia ordinario y nos proporcionan métodos prácticos para despertar a ese estado no distorsionado conocido como el nombre de iluminación. 
   Pero nuevamente aquí se nos plantean un par de cuestiones adicionales acerca del estado de lucidez. ¿Es posible clarificar el estado de lucidez y aplicarlo tanto al sueño sin ensueños como al estado de vigilia? ¿Podemos cultivar ciertos estados superiores de conciencia mientras estamos soñando y, de ese modo, desarrollar lo que Charles Tart denomina "sueños superiores"?
   Tanto los informes personales como la reciente investigación sobre el sueño parecen responder afirmativamente a ambas preguntas. Por una parte, sabios de la talla de Aurobindo y Steiner han señalado la posibilidad de mantener una lucidez continua a lo largo de la mayor parte de la noche. Algunos practicantes avanzados de la meditación trascendental han constatado también esta experiencia y han sido capaces de mantener una especie de consciencia-testigo durante todas las fases del sueño. Esto significa que mientras sueñan permanecen identificados con la conciencia pura y pueden, de ese modo, dedicarse simplemente a contemplar los personajes y las situaciones oníricas sin verse afectados por ellas. Por otra parte, esta observación ecuánime puede extenderse a la vida cotidiana. Según la tradición védica, el primer estadio de la iluminación se alcanza cuando la conciencia-testigo permanece de manera continua e ininterrumpida. 


   Evidentemente, el yoga y la meditación pueden provocar el sueño lúcido y éste, a su vez, puede ser utilizado como un tipo de meditación. En realidad, la lucidez parece conducir espontáneamente a los meditadores a este punto. Los practicantes avezados señalan que finalmente desaparece incluso la misma emoción de satisfacer repetidamente un deseo, y el soñador empieza a buscar algo más significativo y profundo. Estas personas parecen re-descubrir la vieja idea de que los placeres sensoriales no pueden proporcionar una satisfacción definitiva. 
   En este punto, podemos comenzar a buscar determinadas experiencias transpersonales y utilizar el sueño como una técnica transpersonal. Para ello, sin embargo, será necesario utilizar tres estrategias diferentes. En primer lugar, hay que buscar una experiencia espiritual dentro del mismo sueño; ya sea bajo la forma de un símbolo, de un maestro o de una deidad. A continuación tendremos que adoptar una actitud más receptiva y dejar el control de nuestro sueño en manos de un poder superior, un poder que puede ser concebido como un guía interior, el Yo superior o la Divinidad. Finalmente, deberemos emprender una práctica meditativa mientras nos hallamos todavía en el sueño. El yoga del sueño, propio del milenario budismo tibetano, es posiblemente la técnica de este tipo que haya alcanzado mayor popularidad. Según el Dalai Lama, los yoguis tibetanos aprenden a desarrollar la lucidez tanto en los sueños como en el sueño profundo, permaneciendo así conscientes durante las veinticuatro horas del día. Además, las horas de vigilia se ocupan también de cultivar la conciencia de que su experiencia de la vigilia es también un sueño. El resultado de este tipo de práctica es un estado de conciencia ininterrumpido, la sensación de que toda la experiencia no es más que un sueño y, en última instancia, el logro de la Gran Realización. 
   El paso final que conduce a la Realización consiste en comprender que todo lo que está en elsamsara (la existencia) es tan irreal como un sueño. La Creación Universal, con sus múltiples esferas de existencia, desde las formas inferiores hasta los más elevados paraísos búdicos, no son diferentes contenidos de este sueño. Con la emergencia de esta sabiduría, el aspecto microcósmico del macrocosmos despierta plenamente, la gota de rocío se sumerge en el océano resplandeciente, en la bienaventuranza del Nirvana. 


Fuente: Onirogenia.

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Los hombres son más susceptibles al alcoholismo.

   El alcohol es una de las drogas que más se consume en el mundo y los hombres tienen el doble de probabilidades de desarrollar alcoholismo que las mujeres. Hasta ahora, la biología subyacente que contribuye a esta diferencia en la vulnerabilidad no estaba del todo clara. Al parecer la respuesta está en la dopamina. Este neurotransmisor tiene múltiples funciones en el cerebro, pero es muy importante en este contexto debido a sus efectos placenteros cuando es liberado por experiencias gratificantes, como el sexo o las drogas. 

   Un nuevo estudio publicado en Biological Psychiatry revela que la dopamina puede ser un factor importante para las diferencias de susceptibilidades al alcoholismo entre hmbres y mujeres. 
   Los investigadores, de las Universidades de Columbia y Yale, estudiaron hombres y mujeres bebedores en edad universitaria, en una prueba de laboratoriol. Después de consumir una bebida alcohólica o no alcohólica, a cada participante se le realizó una tomografía por emisión de positrones especializada (TEP), una técnica que puede medir la cantidad liberada de dopamina inducida por el consumo de alcohol. A pesar de consumos similares, los hombres tenían una mayor liberación de dopamina que las mujeres. Este aumento se encuentra en el estriado ventral, un área del cerebro fuertemente asociada con el placer, el refuerzo y la adicción. 
   "En los hombres, aumentó la liberación de la dopamina y también había una asociación más fuerte y subjetiva de los efectos positivos de la intoxicación por alcohol", explicaron los autores. Otra observación importante es la disminución de la liberación de la dopamina inducida por el consumo de alcohol durante episodios repetidos de consumo de alcohol en el pasado. Esto puede ser una de las características de la tolerancia en el desarrollo o en la transición hacia el hábito. 
   Estos resultados indican que la capacidad del alcohol para estimular la liberación de la dopamina juega un papel importante y complejo en sus efectos de recompensa y riesgo de abuso en los seres humanos. Esta identificación de un mecanismo neuroquímico vivo que podría ayudar a explicar la diferencia entre los sexos en el alcoholismo es un paso emocionante en la investigación de esta adicción. 




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La historia de los Enteógenos.

   Enteógeno. (éntheos: "poseído por un Dios", literalmente "Dios dentro de"; y génos: "origen, nacimiento")

   El ser humano, desde tiempos inmemorables, ha investigado su entorno en una búsqueda, imperativa e innata, por compuestos capaces de alterarle la conciencia y modificar la percepción de sus mundos, tanto espirituales como físicos. 
   Las drogas que los hombres buscan, naturales o sintéticas, forman las bases de estos agentes que alteran la función del cerebro, controlando sus percepciones. Estas sustancias, que aún son controvertidas, no son ni nuevas ni pertenecen a nuestra historia reciente. 
   Pioneros antiquísimos, herboristas medievales, los griegos de la antigüedad, los chamanes neolíticos, animales salvajes e insectos por doquier, en el transcurso del tiempo han tenido encuentros con agentes del género de los soporíferos y estupefacientes. 
   Estos elementos químicos, que fueron diseñados por la naturaleza para repeler los enemigos de las plantas, están dotados de propiedades soporíferas, o que alteran las funciones de la mente, pudiendo causar la muerte de quienes entran en contacto con ellas. 

   Muchos animales procuran, insistentemente, las plantas que los hacen sentirse "intoxicados", con perseverancia peligrosa. Las abejas atolondradas, muy pronto caen víctimas fáciles de sus predadores naturales. Los esqueletos de aves "borrachas" cubren la superficie de nuestros caminos. Los gatos pagan con daños al cerebro el uso prolongado de sus plantas de "placer". Las vacas, envenenadas por las hierbas que las estimulan, eventualmente perecen. Los elefantes embriagados hacen daño extensivo al entorno donde viven, ocasionando la muerte de muchos animales que, con ellos, tienen la desdicha de encontrarse, últimamente teniendo que ser destruidos ellos mismos. Monos desorientados ignoran sus crías y se extravían de la seguridad provista por la colonia, encontrando su muerte. 


   Los seres humanos no somos diferentes, ya que las experiencias con plantas estupefacientes y las drogas que han fascinado nuestro género, por tiempos remotos, pueden terminar causándonos perjuicios incalculables. 
   Retornemos a nuestro pasado más lejano: a los periodos mesozoico y neolítico. 

   Mesozoico.

   Este período comenzó con la desaparición de los pantanos de carbón y de los campos de hielo que envolvían la Tierra. Tiempos cuando los continentes aún yacían cerca entre ellos y los volcanes construían montañas, mientras que los reptiles escasamente empezaban su pausado avance evolucionista bajo las sombras de los helechos y las coníferas. Pasos que igualmente tomarán las plantas angiospermas, que engendrarán semillas florecientes durante el período cretáceo (hace unos 135 millones de años). Impelidas, en su viaje, por los vientos y las lluvias, las semillas de estas plantas se esparcieron por todas las regiones accesibles del globo. 
   Bajo un palio de luz solar y temperaturas crecientes, estas plantas empezaron a producir materias alcaloides complejas para defenderse de posibles predadores. Ingeniosas en su estructura y diseño, estas sustancias poseían la cualidad de proporcionar a los animales hambrientos que las probaran mareos, malestar y aún la muerte. 
   Como para vaticinar su presencia, las angiospermas atraerían la curiosidad de animales incautos con una explosión policroma de frutas y flores apeteciblemente tentadoras. Y ya que la Tierra rebosaba con la presencia de vida animal, encuentros cercanos entre bestias curiosas y matas venenosas serían inevitables. Entonces, algunos animales que eran incapaces de detectar el alcaloide sucumbieron al estrés, producto de los efectos tóxicos de las plantas ingeridas. 
   Con habilidades sensoriales superiores y con hígados más eficientes, las aves y los mamíferos resistieron esas lecciones. La fisiología y el comportamiento de sus descendientes modernos sugieren que ellos subsistieron porque fueron capaces de desarrollar mecanismos bioquímicos que les permitieron desintoxicar los venenos provenientes de los alimentos y, a la vez, generar estrategias alimenticias que minimizaban la ingesta de cantidades peligrosas.

   De esta manera, y por medio del manejo de nuevas comidas con extremada cautela, los animales que lograron sobrevivir a los peligros inherentes en lo desconocido, aprenderían a seleccionar y comer plantas ricas en nutrientes y bajas en drogas tóxicas. 
   Más adelante y por medio de tanteos cuidadosos, un número de animales aprenderían a adaptarse al uso de matas tóxicas por virtud de su ingestión en cantidades modestas, mientras que favorecieran el consumo de arbustos que les fueran familiares. 
   Vagando dentro de su primera escuela, el hombre primitivo aprendió a imitar la estrategia de sus maestros, otros animales, a quienes no solo lograría aventajar, si no que asimismo aprendería a cazar y a comer. El hombre aprendió a lamer y limpiar sus heridas gracias a la observación de otros animales haciéndolo. Se sentaban en los fríos ríos para reducir sus fiebres, como hacían los ciervos luego del ataque de serpientes venenosas. El hombre aprendió a escalar montañas mascando coca, y en las cimas de las montañas comenzó a ofrecer el humo del incienso y de plantas estupefacientes, como las hayas venenosas, para apaciguar los espíritus.
   Para el tiempo en que llegara la revolución mesolítica, el cerebro humano ya se habría erigido alumno aventajado ante el resto de los animales en la escuela de la vida. Domesticando sus previos maestros, cultivando sus plantas soporíferas y haciendo del mundo su laboratorio de investigación bioquímica. 

   Mesolítico. 

   Durante estos tiempos, las exploraciones del ser humano se tornarían sistemáticas, reconociendo en detalle las propiedades tanto medicinales como recreacionales y venenosas de todas las plantas. Un buen ejemplo se encuentra en las inmensidades de la Selva Amazónica, donde aún hoy en día los poblados conocen una cantidad ingente de enteógenos o plantas medicinales o comestibles, muchas de ellas desconocidas por la ciencia. 
   Por los próximos 10.000 años, el hombre aprendería a fumar, a inhalar aromas estimulantes y a inyectar drogas. Esos logros circunvalaron la lengua, el paladar, (evitando lo amargo) y el estómago, que hubiese regurgitado algunas de esas materias detectadas como tóxicas. 
   Los seres humanos muy pronto desertaron las estrategias alimenticias que la naturaleza les había trazado, como también hubiese hecho para las demás especies. Así que, dotado de una curiosidad enorme, pero con un organismo muy frágil, y estimulado por un apetito casi insaciable por todo, el hombre emprendió una búsqueda más allá de necesidades básicas, anhelando los mayores goces que pudiera experimentar, aunque fueran drogas peligrosas o comidas engordadoras. 
   Lo que no pudo esperar mucho tiempo sería el momento propicio para que los fenómenos espirituales y el uso de las drogas se fusionaran. Lo que, en algunos casos sucediera de manera espectacular. 


Fuente: Onirogenia.

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Capacidades relacionadas con los EAC - III

   Terminamos con este ciclo, que estaba pendiente aún, sobre las capacidades relacionadas con los Estados Alterados de Conciencia. 

  • Relación con la sabiduría. La capacidad característica de la sabiduría es la conciencia elevada. Un alto estado de conciencia suele asociar sabiduría, aunque para ser realmente humana y coherente precisa ir acompañada de un bajo egocentrismo. 
  • Relación con la madurez personal. Los altos estados de conciencia suelen ir unidos a mayor madurez personal. Sin embargo, sin un egocentrismo bajo no significará verdadera madurez. La conciencia no es suficiente. Los sujetos más maduros tienen un EC superior, y quienes pueden situarse en EC más complejos suelen ser más maduros. Los estados de conciencia pueden considerarse estadios representativos de la evolución de la conciencia. Se puede afirmar que una persona que evoluciona interiormente más allá de lo normal, lo hace transitando hacia estados de conciencia excepcionales y positivos. 



  • Relación con el amor. Los estados no ordinarios de conciencia asocian estados afectivos más capaces y estados de amor paulatinamente más elevados. Por estados de amor se entiende la capacidad, amplitud, profundidad y conciencia altruista del comportamiento amoroso con el ser amado, cuya finalidad última es la educación conjunta. Así pues, el proceso evolutivo de creciente complejidad de conciencia en el que se puede resumir la humanización, podría equivaler al proceso de "amorización" no egocéntrico, según Chardin.
  • Relación con el auto-conocimiento. A más elevación de la conciencia, más completo y profundo es el auto-conocimiento, porque estará en mejores condiciones de percibirlo, y más y mejor analizado queda el ego, entendido como parte de la personalidad. La plataforma de visión es mayor; la complexión de visión es mayor; la precisión de visión es mayor; y en conclusión el juicio por lo apercibido está mejor dotado. No será posible profundizar en mayores EC si no se incrementa el auto-conocimiento. Lo que significa que toda persona que ha alcanzado un EAC, necesariamente será porque ha alcanzado un elevado auto-conocimiento, que a su vez centra y afianza su conciencia. 
  • Relación con la naturaleza. A mayor estado de conciencia, más sintonía (afinidad, respeto no forzado, apreciación) con la naturaleza. El sujeto se siente más partícipe de ella; sensitiva y estéticamente mejor la conoce, más la aprecia y menos dualidad se siente con ella. Pero por toda la naturaleza: Por lo agreste y por lo elaborado por el hombre, o como decían los clásicos griegos, por lo "crudo" y por lo "cocido". Se verifica algo similar a un incremento de empatía con su desarrollo, su estética, sus necesidades, su destrucción o su emergencia. 


   


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