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Trastornos del sueño

   Echemos ahora una ojeada al EAC más famoso y frecuente: El sueño. Más específicamente sus trastornos. 

   Estos trastornos son desórdenes que el cerebro humano experimenta mientras duerme. Los hay de muchos tipos y con todas las etiologías imaginables, desde disfunciones neurológicas hasta psicosomáticas, pero todos alguna vez hemos experimentado alguno de ellos. 
   Cuando despertamos de una pesadilla, podemos sentirnos inquietos, o aún con miedo, pero algunos estudios sostienen que la sensación de alivio que finalmente experimentamos al tomar conciencia de que nada fue real es positiva para la psique humana. 

   Lo cierto es que muchas veces estos episodios, que pueden llegar a peores manifestaciones, resultan más escalofriantes para los testigos que para la propia víctima, quien generalmente no recuerda bien lo que pasó. 
   El sueño es un verdadero misterio para la ciencia, aunque se intenta estudiarlo desde la neurología y la psicología. Biológicamente tampoco se conocen con exactitud las causas de la necesidad de dormir que presentan la mayoría de los animales. Las investigaciones señalan que mientras dormimos el cerebro ordena o analiza información obtenida durante el día, lo que al despertar ayudaría a incorporar los nuevos datos y, en definitiva, a aprender. 

   En el imaginario común, dormir es una actividad que supone paz y relajación. Pero lo cierto es que el cerebro describe una intensa actividad, descrita en fases del sueño, un ciclo que se inicia con una etapa previa al REM, a la que le sigue una primera fase de REM y en la que suelen desarrollarse los sueños más intensos. Pero cuando esta aparente regularidad se rompe y los límites entre las fases se entremezclan, el sueño puede terminar en algo verdaderamente escalofriante. 

   Pesadillas:

   Todos hemos tenido alguna vez un sueño inquietante, donde por ejemplo se ve perseguido por un dinosaurio, o caía de un árbol o avistaba un gran tsunami. La verdad es que pocas veces estos sueños nos provocan algo más que excitación o asombro. 
   Una verdadera pesadilla, no obstante, ocasiona terror, y se manifiesta generalmente con sudor frío, angustia, dificultad respiratoria, y la indeseable memoria vívida de un sueño horrible. Son sueños muy intensos que solo pueden desarrollarse durante las fases REM, por lo que no se manifiestan cuando apenas nos dormimos. El estrés y la privación de sueño son catalizadores de las pesadillas, así como algunas medicaciones. Las pesadillas se pueden transformar, en algunos casos, en una enfermedad lo suficientemente grave como para recetar el consumo de sedantes que eviten la ansiedad al dormir. 


   
   Sonambulismo:


   Más del 15% de los adultos ocasionalmente se levantan de la cama y merodean por la casa mientras están dormidos. En los niños el porcentaje es aún mayor. Nadie sabe qué es lo que provoca este merodeo, pero el estrés y la irregularidad del descanso pueden ser factores clave. También se sospecha que puede tener un origen genético, ya que es diez veces más probable que camines dormido si alguno de tus parientes cercanos es sonámbulo. 
   A pesar de lo que comúnmente se imagina, nunca verás un sonámbulo caminar a los tumbos, con los brazos hacia adelante y una expresión de muerto viviente. Generalmente los sonámbulos se pasean por la habitación con facilidad, y son capaces de abrir puertas o mover muebles. Tampoco es cierto que despertarlos es una mala idea, incluso es mejor hacerlo para evitar cualquier daño que puedan ocasionarse. 





Fuentes: LiveScience, ASA. 

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Análisis de los EC - 2

Antecedentes históricos

   En la tradición filosófica-psicológica de las Upanishads, los Vedas, el taoísmo o el budismo, se encuentra la cuna histórica de su conocimiento, aunque su consideración se pierda en la noche de los tiempos. Han venido ligados al cultivo de la virtud y al deseo y proceso de perfeccionamiento humano. Desde Rama, Krishna, Hermes, Moisés, Orfeo, Lao Zi, Yeshua, Zoroastro, Buda, etc., se asientan sobre la idea de "iniciación",  definible como: "conquista progresiva de estados de conciencia cada vez más elevados, y no el incremento de la cultura intelectual o erudición" (E. Alfonso, 1984).
   Las divisiones o categorías de la conciencia que tradicionalmente hemos heredado de Oriente han tenido una perspectiva intencional, ascética, mística y creativa profundamente formativa y centrada en la educación de la conciencia. Teniendo como referencia que el Yoga ha sido la primera Psicología Experimental de la historia; es interesante reparar en que los yoguis han enseñado siempre que la mente tiene varios planos de manifestación y acción, y que algunos de ellos operan por encima y otros por debajo del plano de la conciencia ordinaria. La ciencia occidental ya lo reconoce así, y sus correspondientes teorías pueden hallarse en cualquier obra reciente de psicología.
   Oriente ha enseñado a Occidente que la conquista de EC cada vez más avanzados y relacionados con el crecimiento de la persona se realiza por la meditación  (actitud, ejercicio, esfuerzo, vía de acceso y maduración interior provocada por una práctica sistemática estática o dinámica), que desde un punto de vista educativo hemos entendido como recurso didáctico para la (auto)formación (A. de la Herrán, 1998). 


  En Occidente, Sócrates, Platón y Plotino hablaban de estados especiales, muy elevados, que unían al ser con el Todo y la Divinidad. Hasta el siglo pasado, estas variaciones se entendían como "estados espirituales", "estados del alma" o "estados de amor", y eran patrimonio casi exclusivo de la religión, o, mejor, de la mística. Por ejemplo, el Rdo. P. Fr. A. Arbiol (1772), realiza la siguiente categorización espontánea, con un criterio de "elevación": "en las Almas, mientras son viadoras, no debe extrañarse, ni menos dudarse, la diversidad de estados, unos de mucha elevación, otros de poca, y otros de nada". No obstante, no sólo la mística se ocupó de reflexionar dicha cuestión. También lo hizo la Filosofía: 

   De los filósofos occidentales, Leibniz fue uno de los primeros en adelantar la idea de que había planos de actividad mental distintos del plano de la conciencia ordinaria, y desde entonces los pensadores capitales se han encaminado, lenta pero seguramente, hacia la misma idea.
   W. James, el padre del pragmatismo, afirmaba en "The varieties of religious experience" que: "Nuestra conciencia normal despierta no es más que un tipo especial de conciencia, mientras a su alrededor, separadas de ella por la más transparente de las películas, existen formas potenciales de conciencia completamente diferentes" (en F. Capra, 1984). 

   Hasta hoy, la principal diferencia entre los legados de Oriente y Occidente con relación a los EC es que Oriente los trata esencialmente desde la experiencia y la evolución de la conciencia, y Occidente sobre todo desde el desarrollo de la ciencia. Quizá ahora la Psicología, la Educación, la Didáctica o la Creatividad puedan empezar a considerar la posibilidad de actuar superando esta dualidad, teniendo en cuenta que lo más lógico sea colocar los logros de Occidente (qués, porqués, cuántos, cuáles), en función de los del Oriente (cómos, para qués), y no a la inversa.  



Antecedentes en Psicología.

   Desde la perspectiva de la Psicoterapia, quizá debamos remontarnos al siglo XIX para encontrar trabajos experimentales, basados en la consideración de un plano de conciencia distinto a la vigilia: 
   J.M. Charcot (1825-1893): Uno de los maestros de Freud, destacó por sus investigaciones sobre la neurosis; advirtió la existencia de dos EC en sus enfermos:
Normal, donde aparecen los síntomas (por ejemplo, una parálisis debida a neurosis histérica), e Hipnoide, donde desaparecen los síntomas, distinguiéndose por una claridad, linealidad y precisión característica de los mensajes.
   J. Breuer (1842-1925), colaborador de Freud, descubrió, tratando mediante hipnosis, que los síntomas neuróticos de sus pacientes desaparecían al actualizarlos gracias a la experiencia de la catarsis.
   S. Freud (1856-1939), que añadió los condicionamientos sexuales y agresivos infantiles a las tesis de su maestro J.M. Charcot y de su colaborador J. Breuer, trabajando con el método de asociación libre, construyó su Psicoanálisis sobre dos bocetos estructurales, llamados "tópicas freudianas", a la sazón, EC: Inconsciente-consciente-preconsciente, y yo-ello-superyó.

   De estos trabajos podemos observar que: nacen en el marco de la curación psicológica, por tanto, no pretenden en primer lugar la mejora o la educación del sujeto sano. Son básicamente negativos (se centran en las emociones, represiones y pulsiones agresivas y sexuales). Están siempre conceptuados desde el punto de vista del consciente. Aportan, para lo que nos ocupa, una noción fundamental: para acceder a estados superiores o más elevados de madurez y de conciencia es un requisito conveniente solucionar o liberarse antes los conflictos inconscientes propios de los estados anteriores. Es preciso señalar que algunas escuelas de orientación psicodinámica y  neopsicoanalítica no estiman necesario, más que en algunos casos, la vivencia de la abreacción, y tienden a orientar al paciente hacia la consecución de una catarsis por medio de autoanálisis. 

   Hubo que esperar a C.G. Jung (1875-1961), para superar las limitaciones pesimistas de S. Freud, minimizando (aunque nunca desdeñando) sus tesis, y reconociendo en el ser humano lo que llamó un  inconsciente espiritual, asiento de su posible  interiorización y evolución autorrealizadora,  y con ello, una nueva clase de expectativa de tramo de desarrollo humano, que el propio C.G. Jung aprendió en gran medida de la  psicología oriental, muy especialmente de R.  Maharsi. Mención aparte merece R. Assaglioli, que introduce la  complejidad  en los EC, y A.H. Maslow, que potencia desde la presidencia de la APA la lectura humanista de la Psicología hasta desembocar en la Psicología Transpersonal  (la “cuarta fuerza” en Psicología) y que ha sintetizado M. Almendro en un texto compacto y asequible.
   La investigación psicológica de Occidente que durante los años 60 tuvo como campo de estudio  los EC desarrolló una óptica analítica, sistematizadora y con aspiraciones científicas. De ordinario ha estado más centrada en el fenómeno observable que en la repercusión transformadora, subjetiva y profunda. Una de las aproximaciones científicas de la Psicología a los EC tuvo lugar en los años 60 y 70 a través del estudio de los EAC. 


   En efecto, uno de los mayores impulsos al estudio psicológico de los EC vino con las investigaciones realizadas desde el descubrimiento de los efectos psicotrópicos que producía la ingesta de drogas, especialmente la dietilamida del ácido lisérgico o
LSD, que conducen la conciencia del individuo a fenómenos subjetivos de despersonalización (D. Solomon, 1964; S. Cohen, 1972; S. Grof, 1976, 1987; J. A. Calle
Guglieri, 1978). Pero más interesante parece esta crítica de E. Fromm (1991):

“Entre los que buscan nuevos caminos, se habla hoy mucho de alteración y ampliación del estado de conciencia, por lo que suele entenderse algo así como ver el mundo bajo una luz nueva, particularmente en sentido físico, con formas extrañas y colores más intensos. Para alcanzar este estado de conciencia alterada, se recomiendan varios medios, sobre todo las drogas psicotrópicas de diversa intensidad y los estados autoinducidos de trance. Nadie negará que puedan producirse tales estados de conciencia alterada, pero pocos de sus entusiastas parecen preguntarse por qué habrá de querer alguien alterar su conciencia, cuando en su ser normal ni siquiera ha alcanzado el estado de una conciencia normalmente desarrollada. En realidad, los que están tan ansiosos  de alcanzar estados de conciencia alterada no tienen, en su mayoría, un estado de conciencia más desarrollado que aquellos de sus semejantes que se conforman con beber café y licores y fumar cigarrillos. Sus aventuras de ampliación de conciencia son escapadas de una conciencia reducida y regresan del "viaje" sin haber cambiado nada, siendo, como antes, lo que sus semejantes han sido todo el tiempo: gente semidespierta.”

   De las drogas alucinógenas a las depresoras exógenas, y de las depresoras exógenas a las "autodrogas" (M. Gascón) o "drogas de la felicidad" (J. Lawson, 1989), como respuesta a la crisis de nuestra cultura. Es la postura de J. Rof Carballo (1986): Pero bastante probable es que las sustancias que, de manera grosera denominamos "tranquilizantes" y "antidepresivos" actúen a través de este sistema que alguna vez he calificado de "sistema de bienestar". Se ha sugerido que en los bailes rítmicos con incesantes movimientos de todo el cuerpo que acompañando a la música "pop" se parecen tanto a los bailes utilizados en muchas culturas para suscitar el "trance" colectivo, se formarían sustancias de este tipo, esto es opioides cerebrales o neurogénicos en los puntos de unión de nervios y músculos. De esta suerte nuestras juventudes, en su diversión habitual, movilizarían drogas internas, endorfinas, para compensar así los vicios de una cultura excesivamente mecanizada.
   Otros investigadores han reparado en la relativa  positividad del uso de estas drogas causantes de EAC, porque: 
a) Conducen al sujeto a estados útiles para el trabajo consigo mismo que de otro modo no podría alcanzar (postura del investigador chileno C. Naranjo, discípulo de F.S.
Perls) (en L. A. Lázaro, 1991). 
b) Filogenéticamente, algunos hongos alucinógenos pudieron despertar la conciencia del "homo sapiens", de modo que estos alucinógenos vegetales pudieron actuar como "catalizadores de la conciencia", por lo que podría tratarse del "factor perdido de la evolución" (postura de R. Gordon Wasson, formulada en 1971) (en T. Mc Kenna, 1991).

   Si admitimos que: "no debemos considerar la conciencia como el hecho fundamental del alma, sino como la forma de su desarrollo" (R. Eucken, 1925), los EC más interesantes para la Psicología son todos: tanto los relacionados con los EAC como los que pueden causar o ser consecuencia de evolución personal. Es sorprendente cómo todavía la Psicología Evolutiva no se ha redefinido con mucha más determinación como una Psicología de la Posible Evolución Humana.





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Descubrimientos bajo estados no ordinarios de conciencia

  Al profundizar en los beneficios a cualquier escala de los estados no ordinarios de conciencia, nos encontramos con un abanico ingente que abarca cualquier acto de conocimiento humano que alguna vez fue influenciado por algún estado inusual de conciencia. 






   Pero nos centraremos tan solo en los descubrimientos de los últimos siglos, que han sido decisivos para la constitución de nuestra sociedad actual, representando grandes avances en el terreno de la ciencia.  
   Veamos unos ejemplos. 


  • El químico F. A. Von Kekulé llegó a la solución final de la fórmula del benceno a través de un sueño en el cual visualizó el anillo del benceno con forma de serpiente mordiéndose la cola. 
  • Nikola Tesla construyó el generador eléctrico después de que el diseño completo se le mostrara en una alucinación.
  • Albert Einstein formuló la teoría de la relatividad en un estado, según él, "especial" de conciencia. Él mismo definió este hecho como una revelación de contenidos a través de sinestesias complejas. 
  • La transmisión química de los impulsos nerviosos, descubrimiento merecedor de un premio Nobel, se le ocurrió al fisiólogo Otto Loewi mientras dormía. 
  • Newton se concentraba días enteros en un solo asunto, sin comer y sin dormir, hasta que alcanzaba estados no ordinarios de conciencia que le permitieron formular, entre otras, la teoría de la gravedad.  
  • Uno de los más importantes fue el descubrimiento de la estructura en doble hélice del ADN, por Watson y Crick. Descubrimiento que también fue merecedor de un premio nobel, y representó un avance crucial para los campos de la biología y la genética. Crick admitió que la solución al enigma se le presentó cuando, después de consumir LSD, se dibujó en su mente el diseño y la forma de una doble hélice. Este autor llegó a ser el presidente de una fundación estadounidense que luchaba por la legalización del cannabis en los años sesenta. 





   Cabe destacar que los estados no ordinarios de conciencia no son una fuente de conocimiento per se. Sin el duro trabajo y las increíbles capacidades intelectuales que poseían estos individuos, estos estados de conciencia no hubieran desencadenado tales descubrimientos. 
   Es verdad que son de algún modo catalizadores de un conocimiento propio; fomentan la creatividad y nuevas asociaciones, ayudan a ver el mundo y los problemas que específicamente se tratan de resolver desde otras perspectivas y eliminan barreras y defensas entre subconsciente y consciente. Muy importante este último punto, ya que, muchas veces, antes de que la solución a un problema se deduzca de forma consciente, inconscientemente ya se ha solucionado. 

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Análisis de los EC - 1

   Vamos entrando en materia y aclaremos qué son los estados de conciencia.

  El conocimiento de los estados de conciencia (EC) puede ser uno de los más importantes legados formativos de la Historia humana. Pese a ello, ni la Psicología ni la Educación los han integrado con toda su riqueza en sus ciencias normales y en las universidades, lo que no deja de ser objetivamente extraño, aunque frecuente también con otros temas críticos. Su alcance e implicaciones educativas y didácticas, desde la perspectiva del  enfoque complejo-evolucionista (A. de la Herrán, 2003), son considerables y merecen una reflexión serena desde la Didáctica y la Formación del Profesorado.



Concepto de estados de conciencia. 


  Cada persona, desde su potencial psicogenético, historia, madurez personal, capacidades, creatividad, meditaciones, experiencias, identificaciones, apegos y demás vivencias y circunstancias, experimenta y podría
reconocer en sí misma una  conciencia exclusiva. Por no poderse equiparar, en rigor concluimos con que existen tantos EC como sujetos y situaciones.
   M. Bunge (1980) admite la existencia de  "Los estados mentales neurofisiológicos clásicamente derivados y estudiados desde enfoques psicobiológicos". Esto es importante, ya que, a la postre,  como decía C. Lamote de Grignon (1965), la conducta humana es siempre una manifestación del sistema nervioso.

   Algunos autores, como J. Grau (1993), desarrollan también un punto de vista descriptivo, al conceptuar los EC afirmando que los "estados alterados de conciencia son todos aquellos que no obedecen al ritmo  cerebral ß". Debe entenderse por "ritmo cerebral" las "oscilaciones de potencial, que se producen en la corteza cerebral como en muchos otros órganos" (J. Rostand, 1968, p. 181).
   M. Denning, y O. Phillips (1986) entienden el "estado de conciencia" como  "accesibilidad y dirección de todo nuestro potencial mental y emocional -y, por tanto, hasta cierto punto también nuestro potencial físico-". Por su parte, S. Krippner (1980), psicólogo transpersonal, define "estado alterado de conciencia", como:

“Un estado mental que puede ser reconocido subjetivamente por un individuo  (o por un observador objetivo del individuo) como diferente, en funciones psicológicas, del estado "normal" del individuo, del estado de alerta y de vigilia”

   Ouspensky (1978) identifica tres  características de los EC, observables (autoevaluables) "por cada uno en sí mismo": a) Duración del pensamiento propio de la conciencia, b) Frecuencia de los procesos propios, y c) Amplitud y penetración: "Pues esto puede variar mucho con el crecimiento interior del hombre"



Aclaración:  estados de conciencia o  inconsciencia.

   Una gran mayoría de autores (experimentadores y científicos) está de acuerdo en no oponer  conciencia  a inconsciencia en cualquiera de sus formas. Se deduce de esto que la expresión EC se refiere al continuo ‘estados de conciencia e inconsciencia’. El concepto de  EC  así entendido arranca de la filosofía tántrica hindú, según la cual todo es conciencia. Desde una perspectiva de complejidad evolutiva (A. de la Herrán, 2005), se prefiere hablar del continuo ‘estados de ego(centrismo)-conciencia’.
   Tanto desde el punto de vista psicoanalítico como budista, la presencia del inconsciente en el consciente es muy importante, aunque su orientación es diferente. El maestro zen T. Deshimaru (1993) expresa que "cualquier fenómeno de conciencia proviene del inconsciente”. Otros autores como A. Caycedo (1969), creador de la sofrología defiende la preeminencia del consciente sobre el resto de planos de conciencia, que su escuela reconoce.


Fuente: Agustín de la Herrán (Universidad Autónoma de Madrid)





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Nacimiento de la Piedra

     En la primera entrada de la Piedra Psilosofal, quiero daros la bienvenida y explicar a groso modo qué se publicará en este espacio. 

     La Piedra Psilosofal pretende ser un sitio encargado de divulgar y discutir los asuntos relacionados con los estados no ordinarios de conciencia, centrándose especialmente en el terreno de la psicología y psiquiatría. Qué beneficios se han obtenido de estos estados, cómo aún podemos beneficiarnos, y cómo se clasifican o estructuran, son cuestiones a las que se intentará, en la medida de lo posible, dar una respuesta. 



     Así pues, invito a todos los interesados a emprender este viaje de conocimiento, que solo nos puede conducir a un destino: Cada vez más cerca, de la Piedra Psilosofal. 





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