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Muchas gracias por el interés que despertó en muchos este proyecto, pues cerramos blogspot con casi 7.000 visitas en un par de meses. Ahora en Wordpress, ¡muchas más!

Buen viaje. 

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Un nuevo y detallado mapa del cerebro localiza el posible origen de la conciencia.

   Tras años de investigación, el IBM ha conseguido culminar parte de un proyecto, presentando un mapa muy preciso y detallado del funcionamiento del cerebro. Este estudio triplica el número de conexiones cerebrales presentadas en cualquier proyecto anterior a este, siendo el más avanzado hasta el momento. 
   Bien llamado "el Mandala de la mente", recoge la compleja red de conexiones que se producen entre las distintas regiones del cerebro. Esta red abarca la totalidad del cerebro. Para su elaboración los autores han identificado las redes neuronales que conectan 383 regiones diferentes, así como 6602 conexiones que unen regiones distintas. 


   Uno de los investigadores, el Dr. Modha, comenta: "Hemos descubierto con éxito y se asigna la más completa red de larga distancia del cerebro del mono macaco, que es esencial para comprender el comportamiento del cerebro, la complejidad, la dinámica y la computación. Ahora podemos tener una comprensión sin precedentes de cómo la información viaja y se procesa en el cerebro... un peldaño en el camino que mejorará la investigación fundamental y aplicada en la neurociencia cognitiva."



   En esta imagen se muestran cuatro círculos para comprender mejor esta conectividad entre distintas áreas. El primer círculo muestra la conexión entre el córtex visual con el lóbulo temporal, el parietal y el frontal. El segundo círculo de arriba muestra las vías entre el lóbulo occipital, el lóbulo parietal y el ventral, y la vía entre el lóbulo occipital y el temporal. El primer círculo inferior plasma la relación entre los lóbulos parietal y frontal, relación que interviene en la actividad motora, la percepción visual o la atención. Finalmente en el último círculo se puede ver el ámplio acoplamiento entre la corteza y el tálamo. 
   
   Pero además, esta investigación se ha atrevido a lanzar la hipótesis de la localización de la conciencia. Los investigadores lo describen como un "apretado núcleo integrado", que podría encerrar el secreto de los procesos cognitivos superiores en los seres vivos. Ese núcleo, sin embargo, no está localizado en una región cerebral concreta, sino que se despliega a través del córtex prefrontal, el lóbulo temporal, el tálamo y otro puñado de regiones cerebrales. 




Fuentes: IBM - ABC - Tendencias21 

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Hongos alucinógenos: Buenísimos, pero ilegales.

   Si a usted le dijeran un buen día que se ha encontrado una manera segura, larga y duradera de mejorar tanto su vida como sus sentimientos personales de bienestar, lo primero que haría sería preguntar dónde se puede comprar, ¿verdad? Pues no podría, porque es ilegal. Se trata de los hongos alucinógenos, como aifrmó recientemente la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins. 

   Más precisamente, la psilocibina, el componente psicoactivo de los hongos del género Psilocybe. Pero empecemos con las noticias aburridas: La ingesta de psilocibina produce una experiencia mística que puede ser cuantificada. La "cualidad noética", por ejemplo, aumentó del 19% con un placebo, al 71% con la máxima dosis de psilocibina utilizada en el estudio. "La trascendencia del espacio-tiempo" aumentó del 18% al 78%, etc. 
   En ocasiones, la psilocibina puede producir malos viajes, llenos de miedo y ansiedad. Pero la buena nueva es que los investigadores también han descubierto como minimizar este problema. En parte, esto se debió al diseño del experimento mismo: "El estudio fue diseñado para optimizar el potencial de experiencias valoradas positivamente ofreciéndoles a los candidatos 8 horas de preparación, la administración de la psilocibina en un ambiente agradable, de apoyo e instrucción a los voluntarios para que se centraran explícitamente en su experiencia subjetiva o interna, etc.". También se utilizó música suave. Se administraron diferentes dosis, por lo que se pudo observar que solo en dosis altas aparecen los posibles malos viajes. Así, es posible que midiendo la dosis, se obtengan todos los beneficios del hongo y se minimicen las posibilidades de sufrir un mal viaje. 


   Pero pasemos al resultado más interesante: la psilocibina no solo produce experiencias místicas, también alegría, felicidad y efectos sociales positivos. Y lo hace por mucho tiempo. En entrevistas de seguimiento realizadas 14 meses después de la finalización del estudio, casi todos los sujetos aún reportaban cambios positivos en sus vidas, sobre todo si habían recibido su dosis en aumento (a la mitad de voluntarios se les administró la dosis más alta primero para ir bajando, mientras que a la otra mitad se los inició con la más baja para ir aumentando). 


   Además, cabe destacar que el 61% de los voluntarios consideran que la experiencia de la psilocibina fue el evento espiritual más importante de sus vidas. Y el 83% de los sujetos lo situó entre sus 5 mejores experiencias vitales. 
   Consistente con esto, el 94% y el 89% de los voluntarios indicaron, respectivamente, que las experiencias en las mismas sesiones aumentaron su bienestar o satisfacción de la vida y cambiaron positivamente su comportamiento. Los tipos de cambio de conducta más frecuentes eran: mejores relaciones sociales con familiares y otras personas, aumento del auto-cuidado físico y psicológico, y el aumento de la práctica espiritual. Los comentarios de los observadores (amigos de los voluntarios reclutados secretamente por los investigadores) fueron insistentes en este hecho, sorprendidos por los cambios de conducta y comportamiento de sus amigos. 

   Así que ahí lo tienen: una experiencia mística con efectos positivos a largo plazo, con ningún efecto negativo reportado, sin que se conozcan efectos médicos secundarios en personas sanas, y sin prácticamente ninguna posibilidad de una mala experiencia. Suena como algo que te gustaría probar, pero no puedes, es ilegal. No importa para la legislación lo seguro y beneficioso que pueda resultar su consumo, ya que si se le registra y le encuentran un par de hongos psilocybe, le van a detener, le van a multar por querer mejorar su vida. Agradézcaselo a la guerra contra las drogas. 


   Estos son algunos de los comentarios de los sujetos del estudio, en la entrevista realizada 14 meses después de las ingestas: 

Voluntario 201: Virtualmente eliminé cualquier práctica religiosa, soy más espiritual ahora. Acepto más a mis padres y mantengo mejores diálogos con ellos. Prejuzgo menos y tengo el corazón abierto. Adopto una actitud más activa para lograr lo que quiero para mi.

Voluntario 205: Tengo un deseo mayor de devoción. Aumenté mis prácticas de Yoga y rezo. Tengo una mayor interacción con mis amigos y familiares, con conocidos y extraños... me siento más seguro en mi carrera como autor. Necesito menos comida para saciarme. Mi consumo de alcohol ha disminuido drásticamente... me considero mejor ahora que antes del experimento. 

Voluntario 206: Me siento más cercano a mi familia y amigos. Incorporé la teoría ayurvédica a mi dieta y cuidado personal. 

Voluntario 210: Siento que me relaciono mejor en mi matrimonio. Hay más empatía, un mejor entendimiento de la gente y sus dificultades, menos propensión a prejuzgar a otros y a mi mismo. 

Voluntario 211: Me relaciono más con la naturaleza, con el arte. Me siento más cercano a los niños y a la familia. Me siento más cómodo con amigos y conocidos. Estoy más comprometido con mi carrera. Como mejor y empecé clases de baile. 

Voluntario 213: Aumenté mi tiempo para meditar. Creo que soy más cálido hacia las personas. Ahora creo que tengo algo importante para decirle a las personas acerca de cómo funciona el universo. Estoy aprendiendo lentamente a darme una oportunidad. 


   Este texto y otros pueden animar a mucha gente a experimentar con enteógenos. Y de hecho en cierto modo deseo que así sea. Pero es importante remarcar que con el hecho de consumir cierta sustancia, no se conseguirán todos los efectos que aquí se describen. Tanto o más importante que la "materia prima" es el entorno en el cual se consume, y el porqué se consume, qué se espera obtener de esa experiencia. Así que hay que cuidar todos estos factores para que todo salga bien, respetando por encima de todo el hongo o planta que se consuma. 






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Los sueños son en parte una actividad de la memoria.

   Nuestra vida cotidiana es el semillero de nuestros sueños. Las experiencias que tenemos a lo largo del día suelen ser el origen de las imágenes oníricas que generamos mientras dormimos. Pero, ¿cuáles son los mecanismos que nos permiten construir dichas imágenes? Y, ¿tienen alguna relación las imágenes con la formación de nuestra memoria?

   Ambos son misterios difíciles de resolver, ya que los sueños son un campo de estudio muy complicado. No pueden analizarse directamente, sino siempre a través del soñador: a cada minuto que pasa, olvida más y más detalles de lo que ha soñado. Sin embargo, especialistas como el Dr. Tore Nielsen, del Dream and Nightmare Laboratory de Montreal, intentan desvelarlos. 
   Durante años, se ha discutido mucho sobre este tema. Los recuerdos de gente, lugares, actividades que hacemos o de las emociones que sentimos, se reflejan en nuestros sueños, pero suele ser de manera tan fragmentaria que no podemos predecir cómo aparecerán. 
   La investigación realizada por Nielsen revela que la producción de los sueños está asociada a los recuerdos y a la región del hipocampo. 

   Una de las características de los sueños es que rara vez, excepto en casos de problemas postraumáticos, reflejan una experiencia completa. Una idea, un objeto, una textura que hemos percibido durante el día, es lo que en realidad aparece mayormente en nuestros sueños. 


   Además, los bautizados por Freud como "residuos diurnos", esto es, los recuerdos que se nos quedan prendidos en la memoria durante el día, pueden aparecer 5 ó 7 días más tarde en nuestros sueños, según ha descubierto Nielsen, quien ha denominado estos recuerdos tardíos como "el efecto del intervalo de los sueños". 
   Nielsen piensa que este efecto refleja el funcionamiento hasta ahora oculto de la memoria: la reaparición de los recuerdos en nuestros sueños ocurre durante el proceso de almacenaje, cuando los recuerdos se trasladan de una región cerebral a otra antes de ser archivados permanentemente. La memoria funciona generalmente por asociación de ideas. Cuanto más esté relacionado un elemento con otros, más fácil será de recordar. Las relaciones entre elementos que generan los sueños parecen absurdas desde el punto de vista de la vigilia. Pero la creatividad onírica las crea continuamente, y parece que de algún modo sean significativas. 

   El estudio de los sueños comienza por tanto a aparecer como uno de los métodos más prometedores en el conocimiento de los mecanismos de la memoria: las relaciones entre elementos durante el sueño puede dar muchas claves. 
   Debido a la dificultad en la observación de los sueños, los investigadores suelen utilizar métodos de estimulación antes del sueño, con películas o entornos virtuales; o la estimulación sensorial (colores u olores), con el fin de medir de alguna manera el reflejo de dichas estimulaciones en los sueños.
   Parece entonces que entre los teóricos emerge cada vez más la convicción de que los cambios o las alteraciones en el hipocampo contribuyen a formar el contenido de los sueños. Imágenes tomadas de la actividad cerebral durante el sueño apoyan esta especulación, ya que la actividad del hipocampo aumenta durante la fase REM. 

   
   Existen varias teorías acerca de porqué soñamos. Algunos científicos afirman que los sueños responden al azar, y que no tienen significación. Para Nielsen y su equipo, sin embargo, los sueños no carecen de sentido. Según ellos no son un producto inútil, únicamente derivado de nuestra actividad cerebral, sino que tienen que ver con la expresión de nuestro subconsciente. Esto se difiere del hecho de que los sueños parecen tener lugar en lugares especialmente coherentes, en entornos en los que los soñadores interactúan perceptivamente, por ejemplo, orientándose, o buscando y asimilando información, tal y como hacemos despiertos. No parecen aleatorios. Asimismo, el individuo suele hallar información significativa y tener una sensación de reconocimiento dentro del entorno onírico. 
   La investigación en la fase del sueño de nuestra conciencia pudiera dar respuesta, no solo a las razones sobre su origen, sino también a la forma en que los recuerdos autobiográficos se consolidan a lo largo del tiempo en nuestras mentes. 



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Los animales saben lo que saben.

   Cuando veo esta clase de noticias me da la sensación de que a la ciencia le cuesta avanzar al mismo ritmo que nosotros. Lo que la mente humana descifró hace centenares o miles de años a través de métodos más intuitivos o instintivos, a éste método del saber le cuesta confirmarlo para seguir con su camino lento pero firme. 
   En esta ocasión, los resultados obtenidos de estas investigaciones con animales han proporcionado evidencias de que algunas especies presentan paralelismos funcionales con la conciencia y la auto-conciencia de lo que se sabe del ser humano. 
   David Smith, psicólogo especializado en psicología comparada de la Universidad de Búfalo, declara que cada vez hay más evidencias de que los animales comparten con los humanos semejanzas funcionales en el conocimiento, concretamente en el meta-conocimiento consciente. Esto quiere decir que los animales, como nosotros, tienen la capacidad de saber lo que saben y de expresar, controlar o regular sus estados mentales. 

   
   Según declara el científico, los psicólogos han estudiado la cuestión de si los animales tienen o no conocimiento de sus propios estados cognitivos observando delfines, palomas, ratas, monos y otros primates, y aplicando paradigmas de percepción, memoria y privación de alimentos. 
   Hasta ahora, los resultados obtenidos no pueden establecer un paralelismo experiencial completo, pero los animales que más se acercan a éste son los delfines y los monos macacos, también llamados los monos del Viejo Mundo. 

   En Trends in Cognitive Science los científicos relatan, por ejemplo, el experimento original sobre metacognición animal realizado por el propio Smith y otros científicos con un delfín llamado Natua a principios de los años 90. 
   En este experimento, Natua fue sometido a varias pruebas en las que las órdenes le eran dadas en diversos turnos, a veces confusos o ligeramente variados. Estas pruebas resultaban muy difíciles para el delfín, que cuando no estaba seguro dudaba y titubeaba claramente entre las opciones ofrecidas (la incertidumbre es un estado personal y subjetivo). En cambio, cuando el animal estaba seguro de qué se le estaba pidiendo, nadaba rápidamente hacia la respuesta correcta. 
   Al contrario que Natua, afirma el psicólogo, las palomas o los monos capuchinos no mostraron signos de metacognición; este último hecho suscita la reflexión sobre el surgimiento de estas capacidades en primates. 
   
   Este tipo de investigaciones están tomando un papel muy importante, no solo en cuanto al conocimiento de los antecedentes de la conciencia humana, sino a la mejor comprensión del funcionamiento de la psique de los distintos tipos de animales. A medida que los estudios y las técnicas van evolucionando, cada vez se va acortando más la distancia entre nosotros y el resto de animales, sobretodo en el caso de grandes mamíferos. 



  

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Descifrado el mecanismo cerebral del Déjà Vu.

   Un equipo de neurocientíficos del Picower for Learning and Memory Institute afirma haber identificado por vez primera el mecanismo neuronal que origina el déjà vu, término francés que se refiere a la sensación que en ocasiones nos asalta de haber visto antes algo que en realidad estamos viendo por primera vez. 
   La formación de recuerdos referentes a lugares y contextos se da en una región del cerebro denominada hipocampo, que forma parte del sistema límbico y participa en la memoria y en la orientación. Asimismo, el hipocampo está relacionado con la retención a largo plazo de la información espacial, y es una de las primeras estructuras que resultan dañadas cuando se desarrolla la enfermedad del Alzheimer. 
   El hipocampo de divide a su vez en diversas subregiones, tres de las cuales han sido analizadas por estos investigadores, las llamadas gyrus dentatus, CA1 y CA3, que contribuyen a diferentes aspectos del aprendizaje y de la memoria. El estudio ha revelado que el aprendizaje que se produce en gyrus dentatus resulta crucial para el reconocimiento rápido, que permite amplificar las pequeñas diferencias que hacen que un determinado espacio sea único ante nuestros ojos. Es decir, que gracias a estas pequeñas diferencias amplificadas podemos diferenciar sitios muy parecidos entre sí. 


   Para comprobar cómo funciona esta región del cerebro, los investigadores utilizaron ratones genéticamente modificados con el fin de averiguar cómo contribuía su gyrus dentatus a definir esas diferencias entre lugares nuevos y otros ya conocidos. 
   Las investigaciones con roedores han revelado en los últimos años que un conjunto de neuronas llamadas "place cells" ocasionan un "disparo" neuronal cuando los animales se encuentran en un lugar específico, es decir, que codifican la información acerca de su localización en el espacio o en los denominados campos de lugar ("place fields").
   Los científicos del MIT creen que estas células de lugar generan una nueva reacción neuronal cuando entran en cada nuevo espacio, y cada vez que los roedores regresan a él, dichas células repiten esa misma reacción. De esta forma, cuando entran en un sitio que ya conocen, los animales pueden reconocerlo, al igual que los humanos. 
   En caso de que entráramos en un lugar que no habíamos visto antes, por tanto, se genera una nueva respuesta neuronal. Pero si ese sitio al que entramos es suficientemente parecido a otro anterior que nuestro cerebro ya haya registrado, se puede producir un solapamiento de reacciones neuronales similares, lo que generaría una sensación de "ya conocido", o déjà vu. 

   El déjà vu interesa mucho a los científicos por su rareza, y al mismo tiempo, por su cotidianidad, ya que se calcula que este fenómeno afecta al 70% de la población. Los últimos descubrimientos más interesantes al respecto han señalado que, por un lado, existen los déjà vu crónicos: científicos de la universidad británica de Leeds han estudiado a personas que tienen esta vivencia de manera continua, para tratar de identificar las causas de lo que suponen debe ser un trastorno de la memoria. 
   Por otro lado, la constatación de que los ciegos también pueden experimentar esta sensación, pone de relieve que no solo es la vista la que generaría una respuesta neuronal particular ante una situación determinada que debemos definir: los olores, las sensaciones táctiles y los sonidos también sirven como identificadores capaces de dejar una huella de reacción neuronal que nos permitirá localizarnos en un lugar concreto la próxima vez que lo visitemos. 


Fuente: Ecuadorciencia.




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Trastornos psicosomáticos.

   “El término psicosomático se puede definir como el proceso psíquico que tiene influencia en lo somático.
   La medicina reconoce la importancia de los procesos emocionales en la aparición y desarrollo de algunas enfermedades, pero este extremo es difícil de cuantificar y precisar por depender de factores y variables difíciles o imposibles de estudiar con el método científico.”
   Esta es la definición que nos presenta Wikipedia sobre el término psicosomático. A menudo, este tipo de enfermedades son tratadas como trastornos exclusivamente físicos, sin tener en cuenta su origen psíquico. Pero cada vez más la medicina psicosomática está avanzando hacia muchas direcciones, y se espera que en un futuro se enfoquen nuevos y eficaces tratamientos que ayuden a los pacientes a superar estas enfermedades.
   Quiero añadir un ejemplo muy representativo de este tipo de trastornos. Se trata de un caso real que el psiquiatra y escritor norteamericano Stanislav Grof presenta en su libro “Psicoterapia con LSD”.

   “Renata, una paciente que sufría de cancerofobia aguda, revivió en una de sus sesiones un episodio sexual que supuestamente había ocurrido cuando ella tenía cuatro años. En esta escena, su padrastro estaba tumbado en la cama y ella gateó bajo las sábanas esperando ser acariciada. Sin embargo, durante su juego, él poco a poco la dirigió hacia su área genital y abusó de la situación para su gratificación sexual. El descubrimiento de su pene erecto fue un aspecto particularmente excitante y aterrador de la situación. Cuando revivió una parte de este episodio, en la cual su antebrazo era el área de más contacto con el cuerpo de su padrastro, de repente desarrolló una infiltración y enrojecimiento de forma circunscrita en su piel. Ante mis ojos y en cuestión de minutos esta área alcanzó la consistencia de la piel de un zapato; se volvió gruesa, dura y cubierta de una protuberante erupción cutánea. Esta condición, que fue diagnosticada como eczema por un especialista en dermatología, persistió durante diez días hasta la siguiente sesión con LSD. Una vez que el recuerdo traumático fue completamente revivido e integrado, desapareció en pocas horas.”


   Hay bastante consenso médico en cuanto a que la mayoría de las afecciones de la piel tienen un origen psicosomático, como los eczemas, psoriasis, etc. Y este caso es una prueba más de ello. El eczema que padeció Renata no era ninguna reacción física a ningún factor externo o interno, sino la manifestación de este potente trauma de la infancia que estaba emergiendo, y solo cuando éste quedó del todo integrado y de algún modo superado, su piel volvió a presentar un estado normal.
   Pese a ser consciente de las raíces de estos problemas, la medicina, hoy en día, no ofrece ningún tratamiento eficaz, quizá por falta de herramientas, como fue en su día la psicoterapia con LSD. En algún caso pueden atacar al estrés, para que éste no desencadene síntomas mayores, pero esto no garantiza la curación del trastorno.


   Las enfermedades psicosomáticas en realidad son muy numerosas. Hay teorías que afirman incluso que todas las enfermedades que no impliquen algún traumatismo físico, tienen un componente psicosomático. Las más frecuentes son: Colon irritable, colitis ulcerosa, gastritis, bronquitis, alergias, tos psicógena, hiperventilación, hipertensión arterial, astenia neurocirculatoria, vaginismo, disfunción sexual, hipertiroidismo, dermatitis, alopecia, cefaleas tensionales, etc. 

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Sobre el consumo de enteógenos.

   En "El manjar de los dioses" de Terence McKenna, nos encontramos con la teoría de que ciertas drogas pudieron ser cruciales para la evolución de nuestro sistema neurológico y el surgimiento de las primeras sociedades humanas. Otros autores, como Timothy Leary o Robert Anton Wilson, también han augurado que el uso de substancias psicotrópicas será igualmente imprescindible para el futuro. 
   Lo cierto es que, aun sin tener que echar mano de especulaciones o predicciones arriesgadas, parece evidente que las drogas han estado presentes en el deambular de nuestra especie desde tiempos inmemoriales y también que nos acompañarán durante un buen trecho del futuro. Inseparables de nosotros, éstas nos han sido útiles a lo largo del tiempo en infinidad de asuntos que van desde lo medicinal a lo religioso, pasando por lo festivo y la simple abstención de placer, hasta el punto de que podríamos afirmar que en cierto momento pasaron a formar parte de las prácticas que nos caracterizan como humanos, a un mismo nivel que también lo fueron el lenguaje escrito o el arte. No obstante, esto no ha impedido que fuera objeto de una intensa represión, por lo que durante siglos, ya sea en nombre de Dios, el orden, la salud, la cordura, la lucha de clases o el bienestar social, nunca han faltado excusas para condenar el estado de ebriedad conseguido mediante el consumo de substancias. Condena que, por otro lado, no ha evitado el doble rasero del poder, siendo usadas las drogas muchas veces como coartada para el control de la población y como perfecto subterfugio para manejes políticos y económicos a escala internacional.
   Por nuestra parte, las drogas -y más concretamente las substancias enteogénicas, es decir, las que son susceptibles de ser visionarias- serán consideradas aquí como posibles herramientas de conocimiento y liberación. En este caso el conocimiento será en cuanto de nosotros mismos o nuestra íntima relación con el mundo, y la liberación respecto de unas circunstancias sociales y existenciales indeseables. Desde esta postura, lógicamente, juzgamos que tendrían que estar al alcance de todos y que ninguna excusa puede anteponerse a una libre experimentación. Ahora bien, para que esto llegue a ser así algún día, también habría que reconsiderar detenidamente el porqué de tantos impedimentos para el uso de drogas.
   En realidad desconocemos qué ocurre cuando consumimos una droga potente. A un nivel fisiológico podemos comprender algo, el cómo y el porqué. Pero a otros niveles, como es el puramente subjetivo, con seguridad solo podremos afirmar que tiene lugar una intensa modificación de nuestra normal relación con la realidad, pero a partir de ahí nos perderemos en infinitas disquisiciones sobre la naturaleza de este cambio. Pero eso no quiere decir que sea algo estrictamente privado, totalmente separado de la realidad colectiva. De hecho la experiencia hasta cierto punto y sobretodo su posterior interpretación puede depender de los prejuicios y factores ideológicos –en uno u otro sentido- heredados por cada individuo. Por lo tanto, cada juicio a posteriori, así como en gran medida la propia vivencia en sí, serán inseparables del paradigma cultural –en su más amplio sentido- envolvente al que la vive.
   Por lo cual, para bien o para mal, habrá que estar de acuerdo con aquellos que ven en el hecho de tomar drogas una acción de alcance colectivo, ya que no producen su efecto solo sobre el que las toma, de una u otra manera las consecuencias llegan a extenderse al resto de su comunidad. Y de esto podemos empezar a deducir parte del verdadero alcance de las drogas. Efectivamente, si éstas son algo más que una forma de evasión, como bien han sabido aquellos que a lo largo de la historia han puesto su mayor esfuerzo en extirparlas de los usos y costumbres de la gente, será porque irrumpen en ése plano que supera lo individual y estrictamente personal que determina la orientación de una sociedad. De ahí el rechazo que siempre han causado en las instituciones del poder o en amplios estratos de la población poco proclives a los cambios y que durante siglos nunca han dejado de buscar excusas para condenar el consumo de multitud de substancias en nombre del funcionamiento de la sociedad en su conjunto. 
   Esto hace que plantear algún tipo de defensa del uso de drogas, tal como aquí pretendemos hacer, deba enfrentarse antes a multitud de acusaciones que versan, principalmente, sobre la esencial falta de solidaridad que se deriva de esta práctica. Así pues, bajo este punto de vista, el consumidor de drogas es, ante todo, un egoísta irresponsable de las consecuencias de sus actos, y tal achaque –acompañado también de la amenaza de multitud de peligros para la salud- es el principal baluarte para la condena de las drogas. Drogarse es, según el parecer de una gran parte de la gente, quebrar sin justificación la realidad considerada ordinaria e introducir un elemento discordante. Si en un pasado drogarse podía significar, por ejemplo, la caída en una moral extraña a los designios del Señor, en la actualidad puede suponer el desinterés por los valores que fundamentan la sociedad dominante: la economía y el consumo. 
   En la sonrisa del drogado, en su actitud distante –e incluso en sus momentos de terror- se percibe un desprecio por el mundo normal que se considera que podría ser peligroso de extenderse. Por lo cual, la sociedad moderna ha procurado que las drogas afecten lo menos posible a los pilares del sistema, ya sea encaminando su uso a un aspecto meramente lúdico y fácilmente controlable, o bien exiliándolo a los márgenes de la vida oficial mediante la ilegalidad en sus manifestaciones más extremas. 
   Por lo demás, habría que señalar que esta neutralización del verdadero potencial de la ebriedad, no deja de entrar en un contexto general de rechazo de todas aquellas inquietudes humanas que igualmente pudieran hacer peligrar el estatus quo, sean ideas, creencias, sensaciones o prácticas que derivarían en un peligro para lo considerado normal. Es decir, este rechazo se trata de algo inherente al propio fundamento que ha hecho posible el desarrollo y mantenimiento de nuestra actual civilización: a saber, el triunfo de lo racional y el esfuerzo colectivo por construir un paradigma estable.
   En este reino de lo abstracto y racional, cualquier incursión profunda en lo imaginario efectuada por una persona adulta es considerada una momentánea desconexión de lo razonable, un mero descanso del verdadero intelecto, pero llegando a ciertos extremos puede ser visto como algo propio de una mentalidad infantil o directamente patológica. En este sentido, la ebriedad puede suponer un acto de aguda transgresión, una ruptura repentina con las coordenadas consideradas como válidas. Aun más, una experimentación con drogas tan potentes como los enteógenos (LSD, psilocibina, mescalina) y más al margen de lo meramente lúdico, sobre todo a ojos de una sociedad como la nuestra que huye de todo vestigio de lo que considera irracional (aunque se comporte la mayoría de las veces de forma desquiciada), se torna incomprensible y peligrosa. Drogarse así supone forzar sin motivo lo anormal, lo imprevisto… provocar la irrupción del misterio en un mundo que se creía vacío de misterios.
   Y así es, las drogas y especialmente las substancias enteógenas, hacen que nuestra experiencia del mundo, que parecía tan limitada y predecible, muestre de pronto aspectos desconocidos que debemos afrontar. Repentinamente somos introducidos en un laberinto de espejos, donde esa frontera entre el mundo y nosotros forjada por el materialismo y la ciencia se difumina. En el centro de este laberinto somos llamados a vivenciar el propio misterio de la consciencia, así como el misterio de todo aquello que ésta cobija, y esto es, en la práctica, de todo lo que vivimos.

Fuente: Onirogenia.


   La clase política está avasallando el movimiento, comparándolo con ideologías nazis, diciendo que hay organizaciones criminales detrás, diciendo que lo único que proponemos es el cáos y la violencia, cuando tan solo pedimos mejoras democráticas. Aunque siga siendo una democracia imperfecta, será mejor que lo que tenemos ahora. Por ello, el día 19 de junio hemos de tomar las calles para hacernos oír, para hacer ver que no tenemos relación alguna con ningún acto violento. 
¡Ánimo, esto no ha hecho más que empezar!

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El futuro de la neuroteología.

   Recientemente se publicó un artículo en Science Religion Today, escrito por Andrew Newberg, director de investigaciones del Myrna Brind Center of Integrative Medicine del hospital Thomas Jefferson, EEUU, y especialista en neuroteología. Disciplina que inventó Aldous Huxley en su libro "La Isla", pero que posteriormente se constituyó oficialmente, y la cual se encarga de explicar neurocientíficamente las experiencias religiosas. 
   Newberg enfocó su artículo en el futuro a corto y largo plazo de la neuroteología. El científico reconoce que esta disciplina se encuentra en los primeros estadios de desarrollo, y que una verdadera combinación de neurociencia y fenómenos espirituales solo ha sido posible gracias a las innovadoras técnicas de registro de imágenes cerebrales.
   Antes del desarrollo de estas tecnologías la neuroteología solo podía basarse en modelos animales y especulación. Pero ahora, los científicos comienzan a descubrir información substancial acerca de la relación entre el cerebro humano y las experiencias religiosas.
   Futuros estudios basados en estas técnicas de neuroimagen u otras investigaciones clínicas, ayudarán a entender mejor no solo lo que ocurre en el cerebro en el momento en que se realiza una práctica religiosa, sino también cómo dichas prácticas pueden afectarnos en el paso del tiempo.  
   


   Hasta ahora, esta disciplina ha permitido demostrar que hábitos como la meditación o la oración pueden reducir la ansiedad o la depresión, e incluso incrementar la memoria. 
   Estas mejoras cognitivas han podido relacionarse, además, con cambios a largo plazo en la función cerebral. De estos descubrimientos, los científicos han concluido que "la espiritualidad puede cambiarte el cerebro". Los estudios que se realicen en los próximos 5 o 10 años permitirán evaluar la conexión entre diversos sistemas de neurotransmisores y el fenómeno espiritual.
   Las investigaciones realizadas hasta la fecha han constatado que tanto la dopamina como el ácido gamma-aminobutírico están relacionados con prácticas como la meditación. Este hecho resulta interesante porque la dopamina está vinculada al sistema de recompensa del cerebro, al movimiento y a la memoria. El otro neurotransmisor estaría relacionado con las experiencias dichosas, que ayudan a detener la mente.
   Por otro lado, Newberg cree que es posible que en la próxima década pueda empezar a desarrollarse un "religionoma", un mapa similar al del genoma, pero basado en la religiosidad humana. Este mapa consistiría en una catalogación de todos y cada uno de los tipos de prácticas espirituales y rleigiosas existentes en las diversas culturas, pueblos y tradiciones del mundo. 
   En esta catalogación se incluirían tanto las experiencias religiosas subjetivas como los conceptos doctrinales y teológicos y los componentes religiosos vinculados a la salud y a la fisiología. El religionoma permitiría, por tanto, hacer una evaluación general de hasta qué punto el ser humano es religioso y espiritual; y posibilitaría la conexión entre la biología y las experiencias, los sentimientos y las creencias religiosas. 





Día 19 de Junio Manifestación mundial. Toma la calle para pedir una Democracia Real Ya.  
   
   

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La materia tiene conciencia II

   En una entrada anterior se habían expuesto las teorías que afirman que la materia, no tan solo algunos seres vivos, poseen conciencia. Continuamos pues con este, cuando menos, curioso tema.
   
   Ya sea por caminos científicos, filosóficos o espirituales, asumir la idea de que la materia está dotada de conciencia puede contribuir a que el ser humano cambie su manera de enfrentarse a la existencia. No es lo mismo vivir rodeado de una naturaleza muerta, pasiva o inconsciente, que formando parte de una realidad sintiente e inteligente. En el primer caso, un abismo separa al ser humano de su entorno, y por eso se siente autorizado a utilizarlo sin limitaciones. En el segundo caso, está abierto a descubrir y a maravillarse con todo lo que le rodea, por lo que se siente inclinado a mostrar mayor respeto. 
   Según De Quincey, la visión moderna del mundo se basa en la actitud de la ciencia hacia el fenómeno de la conciencia y su relación con la materia. Es la causa de que la naturaleza carezca de valor intrínseco y de que por tanto sea maltratada sin piedad. La negación de la conciencia al resto de seres y cosas causa una fragmentación que afecta a la relación entre personas y colectividades, a la educación y al sistema legal: quien no tiene conciencia no tiene derechos. 


   De la misma opinión es la filósofa australiana F. Mathews, quien describe la situación actual de crisis global -cambio climático, extinción de especies, agotamiento de recursos, contaminación- como un síntoma de la profunda desorientación de la conciencia y cultura humanas.
   El objetivo de De Quincey y otros defensores del panpsiquismo es que la filosofía y la ciencia actuales recuperen la comunicación con el resto de seres vivos y las cosas, porque servirá para vivir de una manera más plena, respetuosa y armónica. 
   Un cambio en el paradigma científico que reconociera algún nivel de conciencia en la materia nos vincularía estrechamente con el entorno y contribuiría a la modificación de los comportamientos y los valores. Hace falta mirar lo material con ojos nuevos. No se trata de algo inerte, sino algo donde palpita lo que consideramos más parecido de nosotros mismos. 
   No obstante, Mathews advierte contra el riesgo de entregarse a un nuevo y absurdo animismo. En su opinión, en ningún caso se trata de adorar al Universo, a Gaia, a los animales o a las piedras preciosas como si dirigieran nuestros destinos. "La comunicación con el mundo es un fin en sí mismo, como una de las experiencias bellas de la vida, más que como un medio para obtener seguridad o suerte", dice Mathews. 

   Algunas de las ideas que sostienen los panpsiquistas son tentadoras desde el punto de vista de la medicina, por ejemplo. ¿No podemos utilizar las vías de comunicación entre el cerebro y el cuerpo para recuperar la salud? La física cuántica y la hipótesis holográfica se han mencionado como posibles explicaciones de la eficacia de terapias alternativas como la acupuntura o la visualización guiada. Pero, sobre todo, el paradigma de la conciencia más allá del cerebro sirve para compensar las deficiencias de la medicina convencional, que trata el cuerpo como una máquina desconectada de la persona. D. Chopra, neurólogo y experto en medicina tradicional india, explica que el organismo está dotado de una inteligencia que puede movilizar la curación y que nos podemos comunicar con ella a través de las emociones y los sentidos. Percibir el propio cuerpo y cada una de sus partes como entes conscientes, sin duda puede servir para desplegar nuevas estrategias con las que conquistar mayores cuotas de bienestar y plenitud. 
   Algunos autores sugieren que incluso se puede alcanzar la inmortalidad. Según el anestesiólogo S. Hameroff, no es científicamente imposible que los patrones de información que se activan a nivel cuántico y que se corresponden con la conciencia puedan trasladarse a otro lugar después de la muerte del cuerpo. Su destino podría ser, a lo mejor, un embrión. 

Significado del amor.
La experiencia humana del amor hace que la mente individual se vuelva permeable a las demás conciencias. En las relaciones personales, se siente la fusión con el otro. La misma experiencia puede vivirse con los seres vivos, los espacios naturales y el Universo entero, como han asegurado los místicos de todos los tiempos.

Contacto más estrecho. 
Aumentando el tiempo que pasamos en medios naturales, podemos cultivar nuestra habilidad para captar las conciencias no humanas. Es importante la actitud. Ante una planta, un animal o una roca, podemos preguntarnos cuál puede ser su historia, de dónde viene y a dónde va, qué necesita para existir, qué peligros le acechan o cuáles son sus placeres. 

Los rituales y las artes.
El objetivo no es saber sobre la naturaleza, sino relacionarse con ella, sentirla y gozarla. Los seres humanos han vivido siempre estas experiencias creando rituales y celebraciones estacionales, así como obras de arte. Además de razón y lógica, la conciencia humana tiene capacidad para comunicarse a través de la metáfora y las emociones. 

Ahora y aquí. 
Para el hombre moderno no se trata de recuperar antiguas o exóticas prácticas que ya no son suyas, sino de crear las propias. Tampoco conviene soñar un mundo utópico y demasiado humano. En el día a día, incluso en la ciudad, surgen oportunidades de ayudar a la naturaleza. 

Un cambio en marcha. 
Enamorarse de la naturaleza puede provocar profundos cambios en la mente y el comportamiento. Es el camino más eficaz para corregir los efectos negativos sobre la sociedad que tiene una cultura alejada de la realidad. 

   En una gota de agua, observada bajo el microscopio, se observan seres vivos unicelulares que demuestran inteligencia en su comportamiento: se mueven, se relacionan, buscan comida, evitan peligros y se reproducen. 


   Hameroff y Penrose han elaborado una interesante teoría sobre la conciencia: Microtúbulos. Proponen que en unas estructuras proteínicas denominadas microtúbulos, que se hallan en las células de todos los seres vivos y de manera más abundante en las neuronas, tienen lugar estados cuánticos que guardan relación con la auto-conciencia humana. Los colapsos cuánticos en los microtúbulos, que son instantes de conciencia, suceden con diferentes intensidades y frecuencias (normalmente, 40 veces por segundo).


Revista integral.    

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Aprender neurológicamente la espiritualidad.

   En el origen de las religiones siempre se puede encontrar una "revelación mística". Quienes las vivieron refieren el acceso a una forma de conocimiento que no puede ser captada por imágenes o palabras, una certeza de unidad de todo lo existente, la pérdida del yo y el mundo, potentes estados de alegría, paz, cercanía con lo sagrado, entre otras sensaciones. 
   Estas experiencias fueron estudiadas a fondo por varios autores y, aunque todavía no se ponen de acuerdo con las causas, ya casi no se discute el potencial transformador y sanador de la experiencia mística: Quien la vive, no vuelve a ser el mismo. Se transforma para siempre y en general para mejor, porque, como sentencia el psiquiatra Stanislav Grof: "Podemos hablar de un profundo cambio a nivel psicofísico. Un individuo que vive una experiencia cumbre tiene la sensación de sobreponerse a la fragmentación y división cuerpo-mente, y alcanza un estado de unidad y plenitud interna total que usualmente resulta muy curativo y benéfico"
   Ahora bien, ¿es posible fomentar, estimular o provocar este tipo de experiencias por medios naturales? Los estudios sobre neuroplasticidad indican que sí. 

   En los lóbulos frontales del cerebro está la llave del propio destino. Allí se cocinan los proyectos y las decisiones que surgen de la interacción de los 100.000 millones de neuronas del cerebro. Todas aquellas conexiones que no se usan, se pierden, y hoy se sabe que el cerebro puede remodelarse. La neuroplasticidad es la capacidad de aumentar o reducir el número de ramificaciones neuronales y de sinapsis, a partir del estímulo sobre el cerebro. De este modo, una persona estimulada por la percepción desarrolla más conexiones que otra menos receptiva. 
   Al respecto, el psiquiatra D. Drubach de la Mayo Clinic, Minnesotta, explica: "Es impresionante la manera en que el cerebro puede reorganizarse para poder adaptarse a nuevos desafíos. El músico que se expone a la música percibe una realidad diferente. Por el hecho de practicarla escucha otra cosa y puede detectar cambios muy sutiles en las notas que pasan desapercibidos para los no músicos. Esto se ha probado muchas veces y no es genético. Es la exposición al enriquecimiento del medio ambiente lo que modifica al cerebro. Percibir algo lo cambia a uno y luego lo puede percibir mejor. Otro estudio se hizo con pintores artísticos. Ellos son capaces de diferenciar entre los colores de una manera muy superior a la media. De una escala reconocen 35 tipos distintos de amarillo, mientras que alguien que no es pintor solo distingue 4. 
   De este modo, si la experiencia mística es algo que sucede en el cerebro, nada impediría modificar la estructura de la red sináptica para favorecer la espiritualidad y, si se da el caso, la producción o recepción de las experiencias místicas. 

   
   Hay algunas pistas: El doctor Drubach explica que: "Al cerebro le interesa lo que cambia, no lo constante. Si hay un ruido repetitivo lo escucha durante unos segundos y al rato lo ignora. Del mismo modo, uno entra en una habitación con un cierto olor y en unos minutos no lo huele más. Así, desde el punto de vista de las descripciones de Maimónides y otros, si la manifestación de Dios está siempre presente pero no cambia, será más difícil percibirla. 
   Habrá entonces que tratar de modificar la percepción. Hace mucho que los cabalistas, judíos y cristianos, afirman que hay una realidad diferente y que hay que prepararse para descubrirla. En definitiva, de lo que están hablando es de plasticidad perceptiva. 

   A propósito de los ya famosos estudios de A. Newberg y E. Daquili, de la división de Medicina Nuclear de la Universidad de Pennsylvania, tienen que ver con esto también. Ellos estudiaron a un grupo de monjes tibetanos y frailes franciscanos, y encontraron cambios notables en la actividad cerebral. Al igual que los músicos o pintores, los que practican la meditación o la plegaria, activan su cerebro de una manera diferente y lo predisponen a ciertas percepciones y experiencias místicas o religiosas. 
   Este también es el tono de las investigaciones que los neurocientíficos A. Lutz y R. Davidson, de la universidad de Wisconsin, llevan a cabo desde 1992 en colaboración con el Dalai Lama y otros monjes budistas muy experimentados en el arte de la meditación. Ellos colocaron en los monjes y en un grupo de control una red con sensores eléctricos mientras meditaban. Los resultados no dejaban dudas. La amplitud de las ondas gamma recogidas en algunos de los monjes son las mayores de la historia registradas en un contexto no patológico. Lo cierto es que los monjes sincronizan un número de neuronas mucho mayor al promedio. De este modo, Lutz y Davidson dedujeron que el cerebro, con un correcto entrenamiento, puede desarrollar funciones nunca imaginadas. 


   Pero, ¿cual sería el beneficio de volcarse a una vida espiritual? Muchos y diversos, y todos están bien testeados. 
   Aún si se deja a un costado la cuestión de la Fe, varios estudios probaron con el método científico que la vida espiritual ofrece beneficios indiscutibles. Estos son algunos ejemplos de investigaciones realizadas en los últimos años: 
  •  La religión aliviaría el estrés del cerebro ante las presiones cotidianas, de acuerdo con la investigación del antropólogo L. Tiger y el neurocientífico y psiquiatra M. McGuire. Ellos publicaron el libro "God's Brain", donde sugieren que el estrés propio de la vida cotidiana encuentra alivio en las creencias y los rituales religiosos.
  • Los individuos religiosos son más amables y rectos. Así lo probaría un meta-análisis de docenas de estudios que vinculaban ciertas características de la personalidad humana con la religiosidad, realizado por el científico de la universidad de Lovaina V. Saroglou. 
  • La fe en Dios reduce los síntomas de la depresión clínica, puesto que los depresivos creyentes son un 75% más propicios a responder a los medicamentos, de acuerdo con un estudio publicado por investigadores del Rush University Medical Center, de Chicago.
  • A principios de 2009, otra investigación realizada por científicos de la Universidad de Miami, reveló que las personas religiosas tienen mayor capacidad de auto-control que las no religiosas, y regulan de manera más eficiente sus actitudes y emociones, con la finalidad de conseguir objetivos valiosos para ellos. 
   Por tanto, si la meditación y la vida espiritual favorecen las tendencias a ser generosos, amar al prójimo y desear el bien a los demás sin esperar nada a cambio, y si además propenden el bienestar físico y psíquico, es indudable que este tipo de pensamiento o filosofía puede llevar a una vida más feliz. 
   De este modo, sin meterse en las pantanosas aguas de la interminable polémica entre ciencia y religión, se podría decir que la primera le está dando la razón en algo a la segunda. Aunque todavía no esté dispuesta a reconocerlo. 


Fuente: Tendencias21


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La materia tiene conciencia I

   Todas las cosas, desde las rocas hasta los árboles, pasando por los insectos o los océanos, sienten y se relacionan entre sí de alguna manera. Dicho de otra forma, poseen un tipo de conciencia. No es una loca idea nueva. Expresada de un modo u otro, ha aparecido en muchas culturas a lo largo de los tiempos, pero la visión científica del mundo la ha relegado, en el mejor de los casos, a la categoría de opinión sin demostrar; y en el peor, se la tacha de irracionalidad, pensamiento mágico o pseudorreligioso. Sin embargo, actualmente existen cada vez más personas con formación científica que están dispuestas a defender que la conciencia no es un don exclusivo del ser humano. No es un producto del cerebro, sino una cualidad que penetra todas las cosas que existen. 
   El pensamiento convencional dice que solo los seres humanos tienen conciencia porque solo ellos tienen lenguaje, pensamiento racional y sobretodo un "yo". Un biólogo o un neurólogo añadirán que todo esto es producto del elevado grado de complejidad del cerebro humano, pero no es tan fácil. Los animales tienen una experiencia del mundo exterior, vida social, emociones y formas de comunicación. Por otra parte, es lógico pensar que si el cerebro humano es un producto de la evolución, la conciencia que le caracteriza no ha aparecido de pronto, sino que es una modificación de formas anteriores. Si acaso, se puede afirmar que existe una forma humana de conciencia y que cada animal tiene la suya. Una vez derribada la frontera entre el animal humano y el no humano, cabe preguntarse si la conciencia se extiende a los vegetales, los minerales y los átomos porque, ¿cuál es su base material?


   Los científicos han realizado enormes descubrimientos sobre el funcionamiento del mundo exterior, desde el mundo de las partículas subatómicas a las estrellas. Pero la conciencia que hace posible esos conocimientos es un misterio completo para sí misma. No hay ninguna certeza sobre sus vínculos con la materia (o energía física, hablando con propiedad científica)
   Existen hipótesis: Para Stephen Deiss, filósofo, psicólogo, informático y estudioso de la conciencia, ésta no aparece en los animales especialmente evolucionados sino que "es una cualidad de la materia, de la misma manera que lo son la masa y la carga eléctrica". Richard de Quincey, profesor de filosofía y de Estudios sobre la Conciencia en la Universidad JF. Kennedy, se afilia al linaje secular de quienes creen que la materia y la conciencia o su germen siempre van juntas. La idea de que la conciencia se halla en todas partes ha recibido el nombre de panpsiquismo. 
   Afirmar que un árbol o una piedra poseen algún tipo de mente es suficiente para caer en el ridículo, sobretodo si se frecuentan los círculos académicos. Sin embargo, es algo que habían sostenido un amplio número de los pensadores más reconocidos a lo largo de la historia Occidental. David Skrbina ha seguido las huellas del panpsiquismo y ha elaborado una larga lista donde aparecen nombres como Tales de Mileto, Anaxímenes, Parménides, Heráclito, Anaxágoras, Empeodócles, Platón, Aristóteles, Epicuro, Spinozza, Newton o Leibniz. Todos ellos, junto con un buen número de científicos modernos, creen que la conciencia se halla de algún modo en cada punto del universo. 
   Para Deiss, resulta evidente que desde las partículas elementales a los animales o las galaxias, todo tiende a organizarse en sistemas cuyas partes se relacionan a partir de su propia experiencia y actividad. En la naturaleza no existen los agentes pasivos, todo es activo. Y donde hay experiencia y actividad hay alguna forma de conciencia. En algún rincón del átomo se refugia lo que Ken Wilber ha llamado "interioridad" y que a lo largo de la historia de la filosofía ha recibido otros nombres, como "lugar de la experiencia", "capacidad de punto de vista subjetivo" o "inteligencia auto-organizadora". 
   Los autores que se alinean con las teorías panpsiquistas sostienen que la materia posee sensibilidad y alguna forma de conciencia. Para el matemático y filósofo Whitehead, todo lo que existe tiene una experiencia de lo que le rodea. Al reunirse los elementos fundamentales, se forman entre complejos (una planta o animal) con una manera propia de experimentar la realidad y que en el ser humano se llama conciencia. Puede entenderse que el universo entero es un todo orgánico, un ser, cuyas partes están profundamente interrelacionadas. Hay quien llama Dios a la conciencia del Todo. 

   ¿Existe alguna prueba física, objetiva, de la presencia de conciencia en los seres vivos o en los objetos inanimados? Como reconocen los científicos más humildes, sabemos muy poco sobre las estructuras básicas de la materia. Por ejemplo, ni siquiera sabemos cómo se ordenan espacialmente los átomos de oxígeno e hidrógeno en la molécula del agua para que el resultado sea una sustancia líquida. La existencia de un buen número de partículas subatómicas que tienen nombre y propiedades científicamente determinadas se supone a partir de cálculos matemáticos, aunque no se han podido observar experimentalmente. 
   Por el momento no existe ningún proyecto en marcha que pretenda hallar la partícula de la conciencia. Descubrir a través de la observación de la materia los secretos de la conciencia puede ser un reto que se halle más allá de las posibilidades actuales y futuras de la ciencia. No obstante, se han elaborado hipótesis que reservan un lugar para la mente en los rincones más íntimos de la materia. El modelo holográfico de D. Bohm y K. Pribram propone, por ejemplo, que cada punto del universo está conectado con todos los demás, de manera que todas las conciencias pueden estar también interconectadas. 
   Otros teóricos especulan con la posibilidad de que el espacio vacío entre las partículas elementales, donde la energía se concentra al máximo, sea el pasaje de comunicación entre todos los puntos del Universo, constituyendo el hogar de la conciencia. 


   Quizá sea imposible describir la conciencia con las actuales herramientas de la física, la biología o la psicología. C. Blood, profesor de física en la Universidad de Rutgers y estudioso de las tradiciones místicas, sostiene que la física cuántica excluye la posibilidad de que el cerebro sea capaz de hacerse una imagen de la realidad por ningún medio conocido a día de hoy. Por tanto, para Blood, es necesaria la existencia de un alma que percibe por medios no físicos, independientemente del cerebro, y que emplea este órgano de alguna manera. Para Blood, está justificado recurrir a otras formas de conocimiento cuando el método científico no puede proporcionar las respuestas adecuadas. 
   La experiencia mística es la prueba más directa de la existencia del alma en la materia. Quienes la han vivido saben que el Amor lo explica todo y se halla en todas partes, pero quizá no lo digan exactamente con estas palabras. Pueden hablar de Dios, Conciencia Cósmica, Luz, Energía... pero se trata de la idea central de todos los grandes sistemas religiosos. 

   Los místicos coinciden con los actuales psicólogos transpersonales en que la percepción de las dimensiones espirituales puede alcanzarse mediante la intuición y el desarrollo de la conciencia. El silencio, la ascesis, las técnicas de meditación y respiración, la música o el consumo de plantas enteógenas son recursos auxiliares para el mismo fin. 
   La filosofía y la psicología modernas han calificado la razón y la lógica como características esenciales de la conciencia humana, a costa de su capacidad para la mística o la creatividad. Lo que se ha llamado despectivamente "pensamiento mágico" se corresponde seguramente a estados de conciencia que trascienden al individuo y que permiten la comunicación con las conciencias no humanas. 


Fuente: Onirogenia. 

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